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CRITICA
Por: PACO CASADO
Un drama dirigido por las hermanas Delphine y Muriel Coulin, que hacen su segundo largometraje, en el que exploran los daños psicológicos que causa la guerra en mujeres que han elegido la profesión militar.
Aurore y Marine son dos jóvenes soldados, que se conocen desde que eran muy pequeñas, que decidieron alistarse en las Fuerzas Armadas francesas al no tener ningún oficio conocido, para ver mundo, como reza el título, sentirse libres y por el ánimo de ganar algún dinero que, al regresar de la guerra librada en Afganistán, su batallón hace una escala de tres días en un complejo turístico de cinco estrellas en Chipre, donde harán una parada para desconectar de la guerra haciendo unos ejercicios psiquiátricos, mientras se muestra el contraste del ocio vacacional con la violencia vivida por los soldados.
Se trata de una terapia para superar los horrores que han vivido, aunque será imposible olvidar la violencia de la guerra.
Durante esa estancia se nos va mostrando cómo han asumido, durante los meses que han estado en esa misión, los diferentes componentes del grupo el estado de ánimo de cada uno, las relaciones con los demás o con algún compañero determinado.
A lo largo de la trama Aurore y Marine de erigen de alguna forma en protagonistas de esta historia, centrándose especialmente en la relación que existe entre las mismas y su comportamiento con el resto de la tropa al ser ellas, junto con otra más que es enfermera, las únicas mujeres del batallón, siendo muy diferente el carácter y la forma de actuar de cada una.
Como ocurría en el film de Kathryn Bigelow, esta película nos ofrece un punto de vista femenino de la guerra; en la primera parte nos ofrecer el contraste del espacio al que llegan, especie de paraíso artificial, con los horrores de la guerra, con su violencia y muerte que les ha producido el trauma bélico, reproducida en escenas virtuales para acabar con los miedos que les ha originado la guerra, mientras que en la segunda mitad se liberan de ellos de manera más patente, incluyendo alguna escapada que hacen del hotel en compañía de un par de nativos chipriotas que terminan enfrentados con algunos de los compañeros de las chicas.
Ellas se enfrentan no sólo a los traumas del conflicto armado, sino también a las situaciones de desigualdad y sexismo que aún hay en el ejército.
La verdad es que la historia, extraída de la novela de Delphine Coulin, tiene poco que ofrecer, con escasa profundidad en los personajes, ya que esperábamos mucho más de ella, falta de emoción en muchos momentos, su ritmo es bastante lineal y su interés se nos antoja mínimo, y a la originalidad del tema se le ha sacado poco partido.
Donde quizás resida más la curiosidad es que está dirigida por las manos femeninas de las bretonas Muriel y Delphine Coulin, lo cual no es nada frecuente que una cinta sobre la guerra, que no de guerra, sea dirigida por una mujer y mucho menos que sean dos y por demás hermanas.
Está interpretada por un reparto de actores apenas conocidos lo que le hace más anónimo en la representación de los distintos personajes, que se preparan para volver a la realidad que les espera, tras seis meses de conflicto bélico, mostrados como en una especie de documental.
Premio al mejor guion en la sección Una cierta Mirada en el Festival de cine de Cannes 2016.
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