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CRITICA
Por: PACO CASADO
Basada en la historia real de la casa Winchester, construida en 1884 en San José (California), a unas cincuenta millas de San Francisco, por Sarah Lockwood Pardee, la excéntrica y atormentada viuda y heredera de la fortuna del creador de los rifles de repetición Winchester, convertida en Sarah Winchester, recrea la obsesión de esta mujer por huir de los fantasmas, que creía que la acosaban, por medio de trampas y trucos que fue creando en su espectacular mansión victoriana.
La película recrea este extraño hogar sin pies ni cabeza, con más de 160 habitaciones, escaleras que no llevan a ninguna parte, habitaciones ancladas sin uso y puertas que al abrirse descubren un muro, que no son más que tácticas para esquivar a seres que no se ven, pero que dan miedo.
Esta es la historia de esta casa, la más embrujada del mundo, de siete plantas de altura en constante construcción de día y de noche, los siete días de la semana, durante varias décadas, que no se terminaba nunca, hasta el día que murió en 1922 su propietaria, que hacía de arquitecto.
El subgénero del terror que se centra en las casas encantadas, es uno de los más prolíficos de la historia del cine y sus orígenes comienzan con el cortometraje de 1907 'La casa encantada' dirigido por el español Segundo de Chomón, aunque a decir verdad aquella no daba miedo, sino más bien tenía efectos cómicos.
A lo largo de la historia el cine ha inmortalizado hogares donde supuestamente han sucedido hechos paranormales hasta convertirlos en unos auténticos mitos de lo que la filmografía del género está repleta de títulos.
Resulta muy raro que Hollywood no se hubiera detenido hasta ahora en el caso de esta casa que construyó la heredera Sarah Winchester a lo largo de 38 años, en lo que invirtió la inmensa fortuna que heredó, convertida en una auténtica mansión fantasma.
Según los rumores y escritos de la época una médium la había convencido de que estaba maldecida por los espíritus de todas aquellas personas que habían caído muertas por la armas que había hecho la fábrica de su marido y para acallarlos debía construir, día y noche, una casa con múltiples habitaciones para dar cobijo a sus perdidas almas, que sirvieran de prisión para los miles de fantasmas vengativos.
Ante la disyuntiva de elegir entre el caso real y la leyenda, el guion se monta esta historia en la que el doctor Eric Price, muy aficionado al láudano, es contratado por la empresa del rifle para psicoanalizarla y evaluar a la viuda y si es posible que la declare perturbada, que no está en su sano juicio, para quedarse con la mitad de las acciones que aún posee y cuando éste se muda a la casa no deja de presenciar cosas extrañas por las noches que vuelven a desaparecer durante el día reinando una plena tranquilidad únicamente interrumpida por los ruidos de la constante construcción.
El film trata de un cierto sentido de la culpa de Sarah por los asesinados por sus rifles, el poder mortal de las armas, entre sustos y apariciones espectrales con un estudio de personajes.
Los dos hermanos gemelos Michael y Peter Spierig, que ya nos sirvieron la enésima entrega de la inefable saga de terror 'Saw VIII' (2017), nos ofrecen ahora esta cinta de terror interpretada en su principal personaje por la estupenda actriz Helen Mirren, perfecta en el papel de la viuda, que no sabemos cómo se ha metido en esta historia, y un Jason Clarke bastante competente en su labor, con un guion trillado y repetitivo, que no ofrece ninguna novedad con respecto a otros títulos de esta clase, plagado de sobresaltos desde las primeras imágenes.
Aunque lo tenían todo, una historia real interesante y curiosa, una actriz de lujo como protagonista, la auténtica mansión Winchester a su alcance, una fotografía muy lograda y sin embargo lo que se obtiene a cambio como resultado es una aburrida historia de fantasmas que no difiere en nada a las muchas anteriores de este subgénero.
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