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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras pasar por los festivales de Telluride, Toronto y Venecia llega a las carteleras españolas la película que debió ganar el Oscar en lugar de 'Una mujer fantástica' (2017), de Sebastián Lelio, a nuestro humilde entender.
Una discusión surgida de un incidente trivial entre Toni, un cristiano libanés que riega la terraza de su casa y le cae agua a Yasser, un refugiado palestino musulmán, capataz de las obras que se llevan a cabo en la calle, donde Toni también tiene su taller de coches, y éste le insulta. Toni pide que se disculpe y al no hacerlo y además golpearlo van a juicio.
Ese insulto a destiempo es el inicio de un conflicto, que llega a convertirse en un caso nacional que reabrirá viejas heridas, un choque entre diferentes culturas y religiones que sólo la tolerancia podrá resolver.
Ambos son buenos trabajadores y maridos y creen tener razón, pero sentirse humillados es algo que no tolera ninguno de los dos, valoran más el honor y la dignidad que el sentido común.
El film relata cómo el pequeño incidente entre el palestino y el libanés escala hasta convertirse en un problema mayor que pone de relieve los conflictos históricos entre ambas comunidades, de una guerra que oficialmente terminó en 1990, pero cuyas heridas aún siguen abiertas.
Durante el juicio, sobre todo en la segunda parte, se traen a colación algunos de esos enfrentamiento como la Guerra de los seis día, Septiembre negro y sobre todo la matanza de Damour.
La mayor parte de la trama la constituye el juicio que llevará a cabo un largo proceso en el que ambas comunidades se enfrentan, aumentando con ello el problema que pasa de particular a adquirir una mayor dimensión.
El director Ziad Doueiri conoce muy bien lo que cuenta porque él nació en Beirut, vivió la guerra civil, una guerra sin ganadores ni perdedores.
Escribió esta historia con la guionista Joelle Touma y nos sitúa en Beirut a partir de una anécdota que le sucedió a él hace unos años, elaboran la ficción de un incidente que provocó un conflicto donde volvieron a renacer los rencores del pasado y la necesidad de expresar los sentimientos más profundos.
La cinta es una llamada a la reconciliación pero también habla de la justicia, la culpa y el honor y sobre todo nos ayuda a conocer mejor las consecuencias de una situación que después de la guerra, de la que han pasado más de 30 años, siguen abiertas todavía las heridas.
Es una llamada a la reconciliación y ha ocasionado una provocación justificada que viene del pasado. Toni es alguien que busca justicia y dignidad pero de otro modo.
La película expone unos hechos que no todo el mundo conoce pero intenta que no sea complicado seguir la historia.
En Oriente medio insultar la religión de alguien es muy grave, no ocurre como en Occidente. No se puede uno meter con la religión ni con la nacionalidad.
El guion saca de una pequeña anécdota una gran historia en la que en el fondo cada uno tiene razón desde su punto de vista y cree estar en posesión de la verdad, evidenciando cómo la ira oscurece la comprensión en este relato sobre el perdón y la búsqueda de la dignidad.
El director expone vivencias del pasado y tiene claro que se trata de un film de juicios algo que aprendió viendo los mejores títulos del cine americano de este género, cuando estudió y trabajó en los Estados Unidos, entre otro con Tarantino.
Es importante por lo que transciende y pone en solfa la situación de violencia que existe entre palestinos y libaneses.
La historia está muy bien contada de forma que se va complicando conforme avanza, que se enreda cuando entran en juego los abogados y jueces, siendo uno de ellos acusado de prevaricador.
Es una cinta que invita a reflexionar sobre la intolerancia y la incomunicación entre las personas, que pasa en el Líbano como podía suceder en cualquier otro lugar.
Los actores están muy bien y al ser desconocidos resultan más creíbles y tiene la duración exacta, con una puesta en escena sencilla y eficaz, utilizando los primeros planos y con buen gusto en los encuadres.
Es el cuarto largometraje del director franco-libanés Ziad Doueri que debutó con 'West Beirut' (1998), premio Fipresci en Toronto, al que siguió 'Lila dice' (2004), que ganó los premio a guion y actor en Gijón y 'El atentado' (2012) Mención especial en San Sebastián.
Nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Premio del público en el Festival AFI. Premio Fedora al mejor film y del jurado al actor Adel Karam en el FEST. Premio Bridging the Borders en el Festival de Palm Springs. Copa Volpi al actor Kamel El Basha en Venecia. Premio del jurado en la Viennale. Premio del público, Premio Blogos de oro y Premio Sociograph en Valladolid.
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