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CRITICA
Por: PACO CASADO
El siempre polémico Oliver Stone realizó una trilogía sobre la guerra de Vietnam con 'Platoon' (1986), 'Nacido el 4 de julio' (1989) y 'El cielo y la tierra' (1993), después analizó la política de Estados Unidos a través de dos de sus presidentes, 'JFK: Caso abierto' (1991) y 'Nixon' (1995), tras los cual dio un golpe de timón a su filmografía para mostrar la violencia de los killers en 'Asesinos natos' (1994) que en cierto modo continúa ahora en 'Giro al infierno' (1997).
Mientras que los primeros eran títulos de gran presupuesto, ahora defiende los de escasos medios, como éste en el que nos cuenta la historia de Bobby Cooper, un hombre con problemas de deudas que es perseguido por la desgracia, un antihéroe con poca capacidad intelectual, que acaba sacando lo peor de sí mismo, su instinto asesino, quien al ir a pagar a la mafia una deuda de juego a Las Vegas, se le estropea el coche y ha de parar en un pueblucho de Arizon llamado irónicamente Superior.
En ese lugar conoce a un matrimonio formado por un hombre maduro y una joven latina.
Él le ofrece un trato a Bobby: matar a su esposa a cambio de dinero.
En un principio se niega, pero la amenaza del mafioso de Las Vegas a quien debe dinero le obliga a replantearse la jugosa oferta.
Allí tropieza con una serie de personajes tarados, un mugriento mecánico, un sheriff corrupto, un rockero celoso, una mujer fatal y un incestuoso cacique, que le pescan en sus redes en las que abunda la violencia, la ambición, las bajas pasiones y el dinero, males endémicos de la sociedad americana.
Un agobiante thriller basado en una novela de John Ridley titulada Stray Dogs que Oliver Stone con un presupuesto de 14 millones de euros y un plan de rodaje de 38 días, convirtió en una película que habla del amorr, la venganza, el incesto y la amoralidad.
Durante la filmación los temperamentos de Sean Penn y Oliver Stone chocaron constantemente, no obstante años más tarde dejaron a un lado sus diferencias y entablaron una amistad.
Con estos elementos Oliver Stone hace un film que dota de su estética personal, de rápido montaje, planos efectistas, en un ambiente claustrofóbico y asfixiante, cuya trama se desarrolla en poco más de 24 horas.
La película tarda en entrar en materia y da lo mejor de la trama en los metros finales, mientras alarga de forma innecesaria el resto del metraje.
Este mismo argumento desarrollado por otro director hubiera resultado una cinta interesante, mientras que en sus manos tan sólo consigue algunos momentos de interés, un buen trabajo de Sean Penn y la agresividad de Jennifer Lopez en una composición de atractiva mujer fatal, capaz de someter a sus deseos a cualquier hombre.
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