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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine norteamericano está constantemente buscando nuevos mercados y últimamente se suelen dar con más frecuencia las coproducciones con Japón y China, como es éste el caso de la película de dibujos animados '¡Al aire, patos!', (2017) aunque más bien habría que decir gansos en esta ocasión.
De esta forma desde China nos llega esta película de animación que sigue las aventuras de Max, un joven ganso que se dispone a emigrar hacia el sur, a tierras más cálidas, en compañía de los componentes de su bandada, que no entiende bien el valor del trabajo en equipo.
Pero antes de emprender el camino sufrirá un accidente en el que se rompe un ala, lo que le impedirá alzar el vuelo por lo que tendrá que hacer el trayecto a pata.
Lo que parecía sería un viaje sencillo se convertirá en un calvario para Max y una cuestión de supervivencia, ya que durante el mismo se topará con una serie de personajes como la gallina Edna y su marido Stanley, el tejón Carl y sobre todo un enorme y feroz gato que le persigue para comerse a Chi y Chao, dos patitos huérfanos y desvalidos, entre otros.
De todos ellos sacará una enseñanza de convivencia que le ayudará a descubrir el secreto de formar parte de una verdadera familia.
Entre esos personajes destaca la compañía, muy a su pesar, de los dos pequeños patitos abandonados, Chi y Chao, que no se les despegan de su ala, al que consideran su mamá mientras caminan en dirección al Valle plácido.
La colaboración entre ambos países ha dado como resultado esta fantasiosa comedia infantil de aventuras protagonizada por animales, como era muy frecuente en las películas de Walt Disney, que hace que los niños, los espectadores infantiles de estas producciones, se identifiquen más fácilmente con ellos sin importarles cual sea el país que la haya realizado, como en este caso lo sea fundamentalmente China.
En este film los gags que se producen a lo largo de la trama los encontramos faltos de fuerza, por lo que tal vez no resulten tan divertidos como en los netamente americanos y tampoco pueden faltar en esta clase de producciones las habituales canciones, mientras que el ritmo nos parece un poco más cansino.
Esta cinta es la ópera prima de Christopher Jenskin, el guionista de 'Locos por el surf' (2007), quien también ha intervenido en más de una decena de películas haciendo los efectos visuales de las mismas, siempre en el terreno de la animación.
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