|
CRITICA
Por: PACO CASADO
A pesar de la gran producción que hay a lo largo de la historia del cine del género policiaco, sin embargo ha evolucionado constantemente con nuevos argumentos y maneras de desarrollarlos.
La directora norteamericana Karyn Kusama ha decidido dar una vuelta al mismo y al prototípico personaje de Hollywood en este caso con Erin Bell, una agente de policía torturada, demacrada y alcohólica, que vive para el trabajo, con una vida personal que es un auténtico desastre, que busca saldar cuentas con su tortuoso pasado, mientras trabaja en su investigación entre abogados corruptos que blanquean dinero, traficantes de armas, predicadores y delincuentes, en busca de Silas, el jefe de una banda, que ha vuelto.
La estupenda actriz australiana Nicole Kidman cambia físicamente por completo en este thriller policiaco con un aspecto desaliñado que queda prácticamente irreconocible, con un rostro ojeroso y castigado, un cuerpo pesado, con unos movimientos renqueantes.
A esta transformación extraordinaria se somete la actriz en el papel de esta veterana oficial de policía en plena autodestrucción física y mental, que se enfrenta a su pasado y que mantiene una complicada relación con Shelby, su rebelde hija, una desafiante adolescente de 16 años.
Un thriller policiaco cuya acción se desarrolla en Los Angeles y que se traslada a unos años atrás en los que la protagonista estuvo infiltrada en una organización criminal lo que le dejó esa dramática factura física y emocional.
La historia comienza cuando un hombre aparece muerto con varias balas en su cuerpo, con un extraño tatuaje en el cuello, y con una pistola a su lado, y ella, que está hundida en la miseria, aparece en el lugar del crimen y decide investigar quién ha sido, y eso le lleva a recordar su pasado cuando trabajaba como policía infiltrada, simulando pareja con Chris un colega, en una banda de delincuentes que asaltaba bancos.
Los errores del pasado y la voluntad de corregirlos son el tema de esta película con dosis de acción y tensión que nos acerca a un personaje consumido por la culpa en viaje hacia la redención enfrentado a dolorosos recuerdos.
Es un film que oscila entre el drama personal de la protagonista y la investigación policial que lleva a cabo, con detalles de suspense y giros continuos para sorprender al espectador, con un ritmo lento y un metraje algo alargado que podía haber sido mucho mejor, pero con un resultado más que aceptable.
El guion con tanto salto atrás a veces resulta algo complicado.
La primera cinta de Karyn Kusama 'Girlfight' (2000) se desarrollaba en una casa donde se reunía un grupo de amigos con obsesión por la muerte, que mantenía muy bien el suspense.
Le siguieron otros títulos como 'Aeon Flux' (2005), 'Jennifer's Body' (2009), 'La invitación' (2015) y ahora 'Destroyer' (2018) en los que siempre son protagonistas las mujeres.
En esta nueva historia, que supone el quinto largometraje de ficción de la directora, Nicole Kidman hace un papel totalmente diferente a lo que le hemos visto hasta ahora, el de esta mujer sumida en la depresión que le ha llevado al límite de su personalidad, transformada física y emocionalmente, como una persona enferma que va viajando en el tiempo a través de flash backs, como una policía en la peor etapa de su vida, donde de pronto aparece ese personaje asesinado y ella recuerda el tiempo que estuvo infiltrada en un grupo de ladrones de bancos que le marcó para siempre.
Se alarga un poco con un final sorprendente, algo oscura y muy dramática en la que Nicole Kidman está ciertamente notable que le originó la nominación al Globo de oro en este thriller de lo mejor que hemos visto últimamente en el género.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CLIPS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE