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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras 'El show de Truman' (1998), Peter Weir se ha tomado cinco años para hacer su siguiente película que se basa en 'La costa más lejana del mundo', la décima de las 20 novelas de Patrick O'Brien que tratan sobre el mar y que tienen al capitán británico Jack Aubrey como protagonista, aunque toma episodios de otras de ellas de este autor fallecido en el año 2000, tras vender más de seis millones de sus obras traducidas a 16 idiomas.
En 1805, en plenas guerras napoleónicas, Aubrey, al mando de la fragata Surprise, de la Armada Británica, recibe la orden de hundir al barco insignia francés, el Acheron, a pesar de ser un barco superior al suyo y estar mejor dotado.
Después de sufrir una seria agresión en un ataque por sorpresa, ha de decidir si volver a casa o perseguir a su adversario a través de dos océanos.
Su captura se convierte en una obsesión, para lo que pone en juego todo su saber de estrategia naval.
Es también la historia de un hombre que se ve obligado a elegir entre el deber y la amistad que mantiene con su amigo Stephen Maturin, un naturalista que ejerce de médico en el barco, con el que mantiene interesantes debates y reflexiones en torno a un mundo desquiciado en el que parece que la guerra es algo normal.
No es sólo un film espectacular de aventuras en el mar de cara al entretenimiento, sino que resulta serio y humano en las problemáticas que plantea, como la lucha de Jack contra la supersticiosa tripulación a punto de motín, la mutilación del pequeño guardiamarina, la autooperación del médico, el sacrificio de un compañero por salvar a la tripulación y los pequeños detalles de la vida cotidiana a bordo, con rasgos de compañerismo, amistad o sacrificio en favor del grupo.
Todo ello metido entre dos grandes batallas y una enorme tormenta, constituye materia suficiente para dos horas largas de metraje sin que apenas decaiga su bien medido interés.
Sorprende la buena mezcla de imagen real con las maquetas y efectos digitales perfectamente logrados, la belleza de la fotografía, el realismo de las batallas, la naturalidad de la interpretación y el verismo logrado en la dirección de Peter Weir siempre obsesionado con el perfeccionismo en todas sus cintas.
Russell Crowe domina totalmente la pantalla en esta emocionante historia de liderazgo y coraje.
El actor tuvo que ausentarse unos días del rodaje para volar a Londres y asistir al funeral de Richard Harris, su compañero en 'Gladiator' (2000) por cuyo trabajo Crowe ganó el Oscar.
La espectacularidad de la propuesta, acompañada de un gran presupuesto, hizo que fuera una de las más caras de la historia en aquel momento, se vio recompensada con una gran acogida en la taquilla.
Ganó dos Oscar a la fotografía y el montaje de sonido. Tres Bafta: producción, vestuario y sonido y el premio David Lean a mejor dirección. Premio AFI al mejor film del año. Premio de los críticos de Londres al mejor film, guion y Paul Bettany. Satellite Awards a efectos visuales y sonido. Premio mejor música en los Screen Music de Australia.
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