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CRITICA
Por: PACO CASADO
La historia de ficción de la familia británica Crawley, dueños de una gran mansión a principios del pasado siglo ambientada en la mitad de la primera década, ha sido contada a través de una serie de televisión, que consiguió tres Globos de oro y quince Emmys, regresa ahora a la pantalla grande para deleite de sus fieles seguidores con una película con guion de su creador Julian Fellowes, que dirige Michael Engler, en la que la aristócrata familia y sus sirvientes deberán enfrentarse a los sucesos más llamativos de su tiempo, que les han afectado directamente, como el hundimiento del Titanic en el que ha perecido el primogénito de la familia.
Los espectadores que fueran seguidores de la serie de televisión sabrán de las cuitas de cada uno de los personajes de esta familia y los que no lo sean, pronto se ambientarán en esta gran mansión, con sus dueños, familiares y sus atildados sirvientes, muy propios todos de cualquier producción inglesa de este género histórico en esa época y clase social.
No es necesario conocer la serie, como tampoco lo es en otros casos en los que el argumento está basado en una novela que sea preciso haberla leído antes de asistir a la proyección de la versión que se haya hecho de la misma.
La tarea el crítico es analizar la obra que tiene ante sus ojos en la pantalla, su realización, interpretación y demás aspectos fílmicos sin tener por qué comparar con sus antecedentes, aquí la serie televisiva, sino en abstracto en sí el film y su resultado.
En este sentido hay que decir que tiene todas las características del cine inglés de esta clase de producciones de época, con una excelente recreación de ese tiempo, cuya acción se desarrolla en una buena parte en el interior de la casa, sin que tengamos sensación de claustrofobia.
Nos recuerda a otras cintas de semejantes características como Regreso a Howard's End (1992), Lo que queda del día (1993), ambas dirigidas por James Ivory, Sentido y sensibilidad (1995), de Ang Lee y Orgullo y prejuicio (2005), de Joe Wright, estas dos últimas basadas en novelas de Jane Austen, entre otras.
No vamos a descubrir a estas alturas la calidad de los intérpretes británicos, los mismos que hicieron la serie, que se reúnen de nuevo esta vez con el añadido de Imelda Staunton que mantiene un interesante duelo con Maggie Smith.
La historia es tan simple que se resume en pocas palabras.
La acción se sitúa en 1927 en el condado inglés de Yorkshire. Un día la familia Crawley recibe una misiva de la casa real anunciando que en próxima fecha los reyes Jorge V y María de Inglaterra, se alojarán durante un día y una noche en esa finca en la que se celebrará un desfile y partirán al día siguiente.
El argumento que se recoge en el guion es la relación de los distintos familiares entre los que hay algunas disquisiciones, así como los preparativos para tan alta visita, para la que los reyes llevarán a su personal y hasta los alimentos que se han de consumir durante la estancia, lo que originará la sublevación de los empleados de la casa que se ofenden por no creerlos dignos de contar con ellos para servir a sus majestades, lo que ocasiona algunas situaciones cómicas en la trama que la adornan y la hacen más asequible.
Julian Fellowes pone sensibilidad y cariño en unos personajes que bien conoce al escribir el guion, mientras que Michael Engler, un veterano realizador con más de cincuenta series de tv, entre ellas algunos capítulos de ésta, se encarga de trasladarla a la pantalla, lo que supone su ópera prima para el cine, en una puesta en escena clásica, que no aporta una gran creatividad en este sentido, con una bella fotografía, ambientación, vestuario, decorados y música.
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