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CRITICA
Por: PACO CASADO
Vuelve la inspectora Amaia Salazar, tras resolver los crímenes que se produjeron en el valle del Baztán en esta adaptación del segundo volumen de la franquicia literaria de la escritora vasca Dolores Redondo, en la que la agente lucha por mantener el equilibrio entre su trabajo y la maternidad, ya que está embarazada y apunto de dar a luz.
Ha pasado un año y quiere olvidarse de lo vivido en Elizondo, pero pronto le surge otro trabajo, cada vez más complejo en su intriga, tras el aparente suicidio de un preso que deja un misterioso mensaje escrito en la pared con su propia sangre: la palabra Tarttalo, lo que se repite con otros presos de igual forma que también se quitan la vida.
A partir de aquí los problemas para ella se acentúan ya que de alguna manera se ve implicada también su propia madre, que está internada en un sanatorio psiquiátrico por problemas mentales, pero es trasladada por el padre Sarasola a una residencia más adecuada para ella.
La investigación de los misteriosos suicidios sirve de detonante de una trama en la que lo racional y las creencias en lo sobrenatural se funden en esta historia sobre la maternidad, la mitología, el mal inmerso en el ser humano y el legado familiar.
Amaia no tiene más apoyo que su propio marido, con el que siempre habla en inglés, y el juez Markina, pero la investigación se complica cada vez más con la aparición de unos huesos a los que se alude en el título de esta segunda entrega tras El guardián invisible (2017), a la que seguirá Ofrenda a la tormenta (2020), en la que se resolverá finalmente el misterio, que tiene previsto su estreno para el 3 de abril del próximo año, para completar la ambiciosa Trilogía del Baztán, de la que es autora, la ganadora del Premio Planeta, Dolores Redondo, cuya obra lleva vendidos más de dos millones de ejemplares.
El guion da por supuesto que el espectador conoce ya a los personajes por haber visto la primera parte o leído el libro, y eso para el que no lo haya hecho le complica la comprensión.
El film hace pensar hasta dónde está dispuesta a llegar una persona por conseguir aquello en lo que cree y en este caso la inspectora Salazar saca fuerzas de flaqueza teniendo que atender a su criatura recién nacida y resolver un caso que cada vez se enreda más y más debido a unas prácticas ocultistas y de brujerías con raíces en una tradición secular en el Baztán, viéndose obligada a luchar contra fuerzas oscuras.
Oscura es también la realización de esta cinta del cineasta pamplonés Fernando González Molina quien tras debutar en la dirección con Fuga de cerebros (2009) se ha apuntado últimamente varios éxitos comerciales con 3 metros sobre el cielo (2019) y Tengo ganas de ti (2012), ambas basadas en las populares novelas de Federico Moccia, y Palmeras en la nieve (2015) sobre el texto literario de Luz Gabás, que nos llega ahora con esta segunda parte de El guardián invisible (2017) que sigue en la misma línea de complicación argumental que la primera, desarrollado en un clima frío y ambiente lluvioso que lo hace más angustiante, con una realización de artesano, puntillosa y cuidada, por parte de González Molina.
Seguimos sin creernos mucho el personaje de policía de Marta Etura, a pesar de su habitual buen hacer, encarnando a esta madre doblemente preocupada por su bebé y por resolver su duro trabajo de investigación.
Tiene bien cubiertas las espaldas con un reparto de secundarios de lujo con Leonardo Sbaraglia, Elvira Mínguez, Ana Wagener, Imanol Arias, Pedro Casablanc y Paco Tous.
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