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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción se desarrolla durante el verano de 1961, momento en el que el joven berlinés Emil Hellwerk, que acaba de despedirse del ejército, comienza a trabajar como extra en los famosos estudios cinematográficos DEFA de Babelsberg, un puesto que le ha proporcionado su hermano Alex, que es el jefe de decorados.
A poco de llegar se cruza con una mujer, se queda prendado de su belleza y durante el rodaje de una gran superproducción, se enamora perdidamente de ella, que resulta ser una bailarina francesa llamada Milou, que es la doble de baile de la protagonista, Beatrice Moree, una gran estrella de la época.
Cuando por fin conquista a Milou, y se cita con ella esa noche para verse al día siguiente en el que termina el rodaje y se
marchará a París, ese 13 de agosto de 1961 se cierra la frontera, se paralizan todos los rodajes repentinamente y son obligados a separarse, ya que se levanta el Muro de Berlín y no la dejan pasar, por lo que no vuelven a verse, pero Emil no la ha olvidado.
Un año más tarde, Emil, en medio de su desesperación, trazará un atrevido y arriesgado plan para organizar el rodaje de una película que le agrade hacer a la gran estrella Beatrice Moree para volver a reencontrarse con Milou.
El guion está estructurado como un gran flash back en el que un abuelo le cuenta a su pequeño nieto esta historia de la que resulta ser el protagonista de la misma.
El cine alemán tuvo su época de esplendor allá por mitad de la década de los años 50 en la que comenzó a dedicarse a hacer películas de época con románticas historias de amor.
Esta 'La fábrica de sueños' (2019) nos ha recordado en cierto modo aquellos momentos, con la diferencia de que en este caso sucede en una época posterior y un ambiente más triste como es el que ocasiona una guerra, aunque buena parte de ella se desarrolle en un decorado de fantasía como las que suele crear el cine en esa fábrica de sueños que da título al film.
Para ello se ha escogido a dos atractivos protagonistas, como no podía ser menos en una cinta romántica, que ha recaído en Dennis Mojer y Emilia Schüle que forman una pareja ciertamente ideal, encarnando a los dos jóvenes enamorados cuyos sentimientos perduran a pesar del tiempo y la distancia.
Su director es Martin Schreier un joven cineasta alemán que tras realizar cuatro cortos debutó en el largo con una versión moderna de 'Robin Hood' (2013) a la que le siguió 'Nuestro tiempo es ahora' (2016) siendo ésta que comentamos la tercera de su filmografía, con la que escribe una carta de amor al séptimo arte, y a fe que la lleva con buen pulso y notable factura a pesar de su extenso metraje, que sobrepasa las dos horas, que no se hacen sentir en ningún momento, sobre todo si el espectador gusta de las historias románticas.
Premio en los Golden Hen alemanes a Emilia Schüle.
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