|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Si nunca segundas partes fueron buenas, según el dicho popular, al menos en esta cuarta parte de la serie de 'La pantera rosa' no se cumple.
Pero lo que no era previsible es que superara a las anteriores.
Cuando ya parecía que el tema estaba agotado, tras tres entregas anteriores, surgen de nuevo en esta nueva producción los inspectores Clouseau y Dreyfus con más fuerza y vitalidad que nunca.
De esta forma la historia nos da un quiebro y nos sorprende gratamente con este episodio en el que se olvida la búsqueda del famoso diamante y se limita a poner en acción a los dos personajes principales, Clouseau y su inspector jefe Dreyfus, enfrentados en un auténtico duelo de titanes.
Clouseau ha vuelto loco con sus anteriores andanzas a éste, que se escapa del manicomio donde estaba recluido con la intención de matar al autor de sus pesadillas que además le ha sustituido en su puesto, cuya búsqueda origina el nuevo trabajo del célebre y despistado policía.
La feroz persecución da origen a un continuo y puro gag, en el que si bien muchas veces las situaciones se adivinan, el espectador es siempre sorprendido en la forma en la que suceden las cosas, lo que provoca la carcajada continua.
Los felices hallazgos hacen que la película sea un puro ingenio en la que rivaliza un gag con el siguiente superándose, aunque en ocasiones el espectador sepa lo que va a sucede, pero siempre con la incógnita de cómo se va llevar a cabo.
De esta forma, a base de inteligencia y efectuando una vez más ese sentido homenaje a los grandes maestros del cine cómico de todos los tiempos, se logra un producto de una notable calidad, bueno desde su comienzo, con los singulares y espléndidos genéricos de Richard Williams, hasta el desenlace final.
El film posee un preámbulo y un epílogo que abre y cierra la nueva aventura, previa a la cual van los títulos de créditos en los que sobre una sala de cine vacía, en gris, hacen de las suyas, en dibujos, el inspector y la pantera rosa, con constantes homenajes cinematográficos que van desde personajes como Alfred Hitchcock a King Kong, pasando por la propia Julie Andrews, esposa de Blake Edwards, en Sonrisas y lágrimas (1965), que son una pura delicia, y por los que solamente valdría la pena ver esta extraordinaria y cómica cinta que posee abundantes valores fílmicos como para superar a sus hermanas precedentes de la serie.
Además en la mitad de la misma se hace una excelente parodia de la política norteamericana.
Blake Edwards ha tocado el drama con Días de vino y rosas (1962), la comedia en Desayuno con diamantes (1961), el musical en Darling Lili (1970), y ahora puede añadir, junto a La carrera del siglo (1965), un nuevo logro en el género cómico con esta comedia cuya diversión está asegurada, con cine de auténtica calidad.
Henry Mancini continua con variantes de su tema musical y Peter Sellers sigue siendo el inefable despistado inspector Clousea, con cuerda para rato de seguir por este camino.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE