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CRITICA
Por: PACO CASADO
Después de pasar por los festivales de Londres, Rotterdam y Göteborg, entre otros, llega al certamen sevillano esta historia ambientada en la puritana Inglaterra del año 1657 en los años del reinado de Oliver Cromwell, que se desarrolla fundamentalmente en la aislada granja situada en Shropshire, en la que habita el matrimonio compuesto por John Lye, un puritano militar jubilado, su esposa Fanny y su hijo de pocos años Arthur, que disfrutan de una paz y tranquilidad envidiables, que se constituye en escenario único de este drama de supervivencia.
Pero eso no va a durar mucho tiempo, ya que mientras que ellos están en el oficio religioso, llegan Thomas Ashbury y Rebecca Henshaw, una pareja que es perseguida por sus creencias e ideas adversas, totalmente desnudos y heridos, que se instalan en la casa y piden refugio y amparo a los dueños cuando estos regresan a los que dicen haber sido asaltados y desposeidos de sus propiedades.
En principio se lo conceden pero por unos días.
Fanny, la esposa es una mujer apocada, amante de su hijo y temerosa de su marido al que está totalmente sometida, convertida en ama de casa y muy consciente de sus deberes como tal y del cuidado de su pequeño y de su autoritario marido.
La irrupción de la susodicha pareja va a alterar el orden de las cosas y de la casa, ya que la misteriosa pareja fugitiva va a influir en el pensamiento y la conducta de Fanny, haciendo que se libere en algunos aspectos de John.
El hecho de ser perseguida la pareja hace que haga aparición un sheriff y su despiadado ayudante que presentan una orden de detención de la misma, pero hacen que los oculten amenazando a Arthur y haciendo que los crean a ellos y no a los representantes de la ley, lo que va a originar a partir de ahora un clima de violencia extrema que terminará en una lucha violenta.
Es una película británica que en parte se aparta de las de su género, con una historia que tiene en el fondo algo de drama y de thriller al mismo tiempo, con unos personajes que están bastante bien delineados entre los que destaca el de Fanny, una mujer sometida al yugo de su marido, del que antes fue su criada, que irá cambiando su ideología conforme se relaciona con la pareja de recién llegados que le hacen ver las cosas de una manera muy distinta a la que ella estaba acostumbrada y que le imponía su religioso y autoritario esposo, aprendiendo así a pasar de su sometimiento opresivo que hasta ahora le había impuesto su estado matrimonial, descubriendo nuevas posibilidades de vida, descubriendo que un mundo nuevo es posible, aunque ello le cueste un enorme sacrificio como madre.
Cine de época en el que la protagonista se rebela contra el papel de la mujer en la sociedad del siglo XVII que le ha tocado vivir.
El film posee una primera parte de ambientación y conocimiento a fuego lento de los pocos personajes que intervienen en este drama familiar que transcurre de una forma más o menos pacífica y tranquila, hasta que en la segunda parte la acción se desata y la fuerte violencia hace presencia en la misma con algunas reacciones inesperadas de los personajes en distintos aspectos, tanto de conducta como de actitud y de pensamiento.
Como es habitual tiene un guion y una realización de puesta en imagen más que aceptable, con una buena fotografía, edición y música que ambienta la historia y de casi todo ello es responsable, en buena parte el joven director británico de cine independiente Thomas Clay que hace con este su cuarto largometraje de ficción, con un correcto trabajo de Charles Dance y Maxine Peake.
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