|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Hacía tiempo que no veíamos una producción de ambiente medieval que no tratara de una historia de acción, lucha y violencia, sino un drama como el que se nos cuenta en 'Narciso y Goldmundo' (2019), una historia de la amistad entre dos hombres de caracteres y devenir tan diferentes aunque el conocimiento viniera de la misma raíz, un convento de monjes, donde uno se queda para vivir la vida monástica, y el otro se sale para conocer el mundo.
El guion se basa en la adaptación de la novela del autor germano-suizo Hermann Hesse, todo un clásico de la literatura alemana, que cuenta la conmovedora historia situada en la Edad Media, de Goldmundo, un joven rebelde, al que su padre lo mete muy joven a estudiar en el monasterio de Mariabronn, donde ha de purgar los pecados de su madre, que los abandonó, según cuenta su progenitor, a los dos hace años.
En el religioso lugar conocerá y hará amistad con Narciso, un joven novicio muy religioso que es todo un erudito y brillante en sus decisiones, pero alejado del mundo, dedicado a la vida ascética en alma y cuerpo, al que Goldmundo intenta imitar.
De ese encuentro entre ambos nacerá una íntima amistad, pero el abad le pide a Narciso que haga que Goldmundo se vaya, ya que hay murmuraciones de que en su amistad hay algo más.
Cuando quince años después Narciso es nombrado abad seguirá fiel a su dedicación a la oración y Goldmundo se marchará al darse cuenta de que la vida sencilla que allí se le ofrece no coincide con el concepto que él tiene de la libertad, para vivir nuevas experiencias, aventuras y desesengaños amorosos.
Entre tanto sigue añorando y buscando a su madre, ganándose la vida escribiendo y leyendo cartas, siendo contratado por un señor feudal como su escribano para dar clases a sus hijas Lidia y Julia y entre tanto aprende a esculpir, convirtiéndose en un artista y Narciso le pide que le haga una Santa Catalina y un altar.
Pasados los años los dos amigos se volverán a encontrar en dramáticas circunstancias con la llega de la Peste Negra.
A pesar de cuanto contamos no ha hecho más que comenzar la vida de Goldmundo fuera de los muros del monasterio y mientras Narciso tiene que luchar con sus problemas internos en la persona de Lotario, el prior, que le lleva la contraria a sus decisiones.
A lo largo de la trama se contraponen dos caracteres que representan dos mundos diferentes, la espiritualidad del monasterio en el personaje de Narciso y la aventura amorosa y los placeres mundanos de que disfruta Goldmundo.
La dirección corre esta vez a cargo del cineasta austriaco Stefan Ruzowitzky, del que conocimos en su día Los herederos (1998), Anatomía (2000) y Kika Superbruja y el libro de los hechizos (2008), que fue el ganador del Oscar a la mejor película de habla no inglesa por Los falsificadores (2007), que aquí lleva la narración al ritmo preciso que requiere esta historia con una estupenda ambientación de la Edad Media en espléndidos decorados y fabulosos escenarios naturales que son realzados por la fotografía de Benedict Neuenfelds y adornados con la música de Henning Fuchs.
En la interpretación destaca Jannis Niewöhner en el extrovertido Goldmundo y en contraposición se encuentra Sabin Tambrea como Narciso todo humildad y concentración, siendo los personajes femeninos meramente episódicos como es el caso de Lene que hace Henriette Confurius o la Elizabeth de Roxane Duran.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE