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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las últimas películas del director catalán Vicente Aranda, se han basado en textos literarios, adaptaciones de novelas como “La muchacha de las bragas de oro” o “Fanny pelopaja”, aunque estas sean de distinto signo, y ahora se atreve con “Tiempo de silencio”, novela publicada al comienzo de los años sesenta, cuyo autor, un médico de 37 años, moría inesperadamente en accidente, y que ha conocido innumerables ediciones.
Durante algún tiempo Aranda estuvo encariñado con el proyecto y lo ha trabajado largamente, aunque su adaptación era realmente difícil.
Quizás por ello, y aunque haya sido bastante respetuoso con el texto original, ha intentado emplearlo para hacer una crítica social y un tanto política, a esos años de postguerra, llenos de hambre y miseria, de final de los años cuarenta y comienzo de siguiente década, en los que era mejor callar.
En el film está la pintura amarga de las barracas míseras donde se vivía en promiscuidad, se rebuscaban las basuras para encontrar algo o medio comer, las casas de lenocinio, el chantaje policial o la crítica a una clase culta que se reunía entorno a ilustres conferenciantes.
El amarre al texto hace que el film sea a veces literario y esto lo aprieta como un dogal, sobrecargando a veces las tintas en lo melodramático, como la escena del aborto o la autopsia regada de desgarradores llantos, apareciendo a veces los personajes de forma esperpénticas, mientras que por otro lado es acertada la pintura de la época y su ambiente.
Esto hace que el film sea irregular, con buenos trabajos de actores como Victoria Abril, Paco Rabal o Juan Echanove y a más bajo nivel los otros, a pesar del tesón y el esfuerzo de la trabajada dirección de Aranda.
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