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CRITICA
Por: PACO CASADO
El más extranjero de nuestros directores españoles es Pedro Lazaga.
Falto de inspiración, la suple elaborando con envidiable continuidad y tesón en búsqueda de un cine comercial, de tipo medio, entre lo cómico y la comedia de clase burguesa. Un cine medio, que hace buen papel en cualquier cinematografía.
Sus primeros intentos fueron lamentables. Al abandonar los dramones de guerras, como "La patrulla", hizo bien. Pero desconocía la difícil sencillez de la comedia, y se enreversaba en efectos de montaje, de cámara, y en una velocidad que provocaba mareos.
Los gags se le iban de las manos por falta de lentitud de exposición. Y, lo que es peor, los actores, destrozados en mil trozos de planos diferentes, eran incapaces de aportar su creación personal, tan imprescindible en la comedia.
Lo que sí es reconfortante y aleccionador, es que lentamente, Pedro Lazaga ha ido aprendiendo. Demasiado lentamente quizás, pero sostenido en el éxito creciente de sus películas.
Entre él y su compañero de esfuerzos, José Luis Dibildos, han lanzado una serie de nuevos artistas, entre ellos los dos más populares e interesantes figuras del cine de comedia, Concha Velasco y Enrique Ávila. Sin contar a otras muchas como Paloma Valdés, Miguel Zarzo, Laura Valenzuela o Katia Loritz, de distinta valoración, pero que manifiestan un sentido personal de la elección y una búsqueda intencionada.
"Trampa para Catalina" no es aún un bien film. Tiene demasiados defectos como para que pueda merecer esta consideración.
Por otra parte nada en él es demasiado original. pero a pesar de todo, constituye un conjunto con más aciertos que fallos, en el que sólo Jesús Aristu resulta inguantable.
El problema de los galanes sigue siendo insoluble para Lazaga.
Película de espectáculo, entretenida, mucho más cinematográfica, en su sencillez que otro sintentos anteriores del mismo director.
Mucho más instructiva y constructiva, en su superficialidad, que los rimbombantes y pretenciosos discursos sobre el bien y el mal de muchos compañeros suyos.
Más cerca de un cine nuestro, pese a su inicial imitación de modelos, por su honradez, que esas cintas que nos suelen representar en los festivales, Berlanga excluído.
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