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CRITICA
Por: PACO CASADO
Jim Henson a través de su estudio de animación ha producido bastantes producciones de este género, entre otras las películas 'Cristal oscuro' (1982) y 'Dentro del laberinto' (1986) que dirigió personalmente y muchos títulos para la televisión.
En esta ocasión nos ofrece 'La puerta mágica' (2023), una producción australiana dirigida por el cineasta de Melbourne Jeffrey Walker que proviene del mundo de la televisión tras realizar algunas series.
Para ello se ha basado en un guion del actor, director y guionista Leon Ford que ha tomado por base la adaptación del primer libro, de los siete que constituyen la serie, escrito por el novelista inglés Tom Holt.
Paul Carpenter es un tipo simpático que no tiene más remedio que compartir apartamento ya que no tiene trabajo.
Pero pronto, tras superar una surrealista entrevista, entra como becario para trabajar en la misteriosa firma londinense J.W. Wells & Co, con empleados que son poco convencionales, sin saber su salario ni cual será su cometido.
Entre el personal está el enigmático director general de la empresa Humphrey Wells y el director ejecutivo Dennis Tanner que pretenden revolucionar el mundo de la magia con unas normas más modernas.
Paul trabaja codo con codo en un despacho con Sophie Pettingel, que está en sus mismas circunstancias, que pronto se da cuenta de que su labor es cualquier cosa menos convencional y de repente es ascendida al Departamento de Casualidades.
Pero la parte central de esta historia la constituye la búsqueda que el Director General de la empresa encarga al joven Paul Carpenter que encuentre la puerta mágica, lo que le llevará a meterse en un buen número de lugares realmente increíbles, desde un sótano lleno de duendes, una playa o hasta la cima del Himalaya, lo que le convertirá en un inesperado héroe.
A pesar de poseer en la cabecera de reparto a nombres ya consagrados como los de los veteranos Christoph Waltz y Sam Neill, de contener algunas escenas de magia y hechicería, sin embargo le falta un poco de imaginación a la hora de poner esta historia en imágenes y tampoco ayuda el trabajo protagónico de Patrick Gibson.
El film tarda en meterse harina para ofrecernos esos momentos de magia tan esperados y por otra parte la trama resulta un poco enredada para el espectador.
No obstante debido a los efectos especiales, que cumplen su misión con corrección, la narración se hace más llevadera sin que estos sean especialmente espectaculares, resultando curiosa esa toalla que traslada a los protagonistas a donde ellos deseen.
El resultado es un entretenido pasatiempo al que sin exigirle mucho puede servir para pasar el rato.
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