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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante la típica producción de aventuras ese género que en la actualidad parece estar llamado a desaparece, aunque en los comienzos de esta producción se nos diga que los hechos son rigurosamente ciertos y que acaecieron en el año 1820 en el Norte de los Estados Unidos, cuando unos hombres buscadores de pieles y exploradores de una tierra salvaje e inhóspita, tienen que luchar contra la muerte para su propia supervivencia.
En este grupo que lleva a cabo la aventura se plantea un dilema ante el accidente ocurrido a uno de ellos, el guía que los dirige, Zachary Bass: el sacrificio del individuo en bien de la comunidad.
En ese año, el capitán Henry, explorador y aventurero, lleva a cabo una insólita expedición: conducir su barco, cargado de pieles, a través de un territorio indio, hasta el río Missouri.
Montado sobre una plataforma de ruedas, de la que tiran una veintena de mulos, la nave es escoltada por un grupo de hombres que han aceptado a regañadientes lo que consideran una auténtica locura de su jefe.
Uno de estos hombres, Zachary Bass, es atacado inesperadamente por un oso durante la travesía, que lo deja malherido, siendo abandonado a su suerte por sus compañeros al creerle muerto.
Esta historia está basada en unos hechos que sucedieron en los comienzos del siglo pasado cuando un hombre exploraba los desérticos parajes, mientras cazaba animales para negociar con las pieles que obtenía de ellos.
De esos momentos se narra una aventura de ese hombre en contacto con la naturaleza y en las circunstancias adversas en lucha por su propia supervivencia.
A partir de ese momento la acción se divide en dos, llevando así en líneas paralelas el destino del protagonista y del grupo que lo abandonó: ambos tienen que luchar entre la vida y la muerte.
Unos contra los indios, el otro contra sus propias heridas y el mantenimiento a manera de un robinson, teniendo que buscarse todos los elementos necesarios para conservar la vida partiendo desde cero y tratando de vengarse de los compañeros que lo abandonaron dándolo por muerto.
En su soledad el protagonista tiene muchos momentos de reflexión y recuerda a la familia que dejó y con la que ansia poder volver.
Esto hace que junto a la crudeza y realismo de determinadas escenas, haya otros momentos de un gran lirismo y extraña belleza, unas veces dada por los flash backs, otras por el simple contacto con la naturaleza salvaje.
No falta tampoco la poesía, ni la presencia divina en escenas como la del alumbramiento de una mujer india en tan inhóspito y crudo paraje.
El film se ha planteado como una gran epopeya en la que posiblemente se le hayan introducido algunos episodios novelescos para hacer la narración más asequible al público y tal vez se han olvidado de algunas matizaciones y una mayor justificación en las reacciones de los personajes.
Por el contrario se ha querido suavizar la aspereza de la aventura en sí, dura y despiadada en ciertos instantes, con algunos flash backs de los recuerdos del protagonista en los que se cae en ciertos tópicos esteticistas del cine moderno.
Aquí se sacrifica al individuo en beneficio de la colectividad y este a su vez lucha por el mantenimiento de su propia vida.
Las acciones paralelas se llevan a cabo con cierta premiosidad y el ritmo es lento, a veces, aunque apropiado en otras por el tema que se nos plantea.
Tiene otras escenas de una gran fuerza y belleza sin necesidad de lirismos inútiles que están bastante conseguidas.
Posee un buen trabajo de interpretación de Richard Harris que recuerda mucho al de 'Un hombre llamado caballo' (1970) y de John Huston en el papel del capitán Henry, secundado con habilidad por los restantes actores del reparto.
Tiene escenas de una cierta dureza que están paliadas por la bondad y el perdón que otorga el protagonista.
Bella fotografía de Garry Fisher y apropiada música de Johnny Harris.
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