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CRITICA
Por: PACO CASADO
Rafael Gil, es un mediocre pero veterano director del cine español, que ha ganado desde siempre una fama más bien infundada de que es un buen realizador, de ser un asequible técnico cinematográfico capaz de llevar a las imágenes cualquier tipo de historia del género que sea.
Así en su momento hizo cine religioso con 'La señora de Fátima' (1951), 'Sor intrépida' (1952), 'La guerra de Dios' (1954) o 'El beso de Judas' (1954).
En otro tiempo realizó cine folclórico con 'La reina del Chantecler' (1962), 'Samba' (1965), 'Camino del Rocío' (1966).
Se centró también en otra época en el cine taurino con 'El Litri y su sombra' (1960), 'Chantaje a un torero' (1963) o 'Currito de la Cruz' (1965).
Como se puede ver por estos títulos es un director que se adapta a cualquier género.
Durante la última etapa de su carrera, Rafael Gil parece que se ha inclinado por llevar a la pantalla temas un poco más ilustrados, algo más cultos para que de esta manera pueda complacer a una gama de público más intelectual como anteriormente lo hacía con las masas más populares.
En este sentido ha llevado a cabo una serie de adaptaciones literarias de novelas de clásicos modernos españoles del estilo de Unamuno, Galdós o Azorín como es el caso de esta que hoy comentamos.
Debido a ello realizó anteriormente 'Nada menos que todo un hombre' (1972) sobre la novela de Don Miguel de Unamuno a la que siguió 'La duda' (1972) sobre la novela de Don Benito Pérez Galdós y nos llega ahora 'La guerrilla' (1972) sobre la novela de Don José Martínez Ruiz "Azorín", todas ellas, como se puede ver, realizadas en el mismo año.
En el 1808, las tropas de Napoleón comienzan la invasión de España a través un pueblo de la Sierra de Madrid.
A pesar de la contienda, tiene lugar un trío amoroso entre una muchacha del lugar, un líder de la guerrilla y un oficial del ejército francés del que la chica se ha enamorado.
Es una historia de nuestra Guerra de la Independencia frente a las invasoras tropas napoleónicas, en un relato denso y complejo que Rafael Gil no ha tenido el suficiente pulso a la hora de llevar las imágenes a buen término.
Debido a ello la película naufraga ya que el guion no ha sido capaz de definir bien a los muchos personajes que intervienen, en su afán de no caer en paralelismo, ni en una descripción psicológica de los protagonistas.
En algún aspecto se podría salvar lo bien que están realizadas algunas escenas espectaculares o en la parte final el tono epopéyico que poseen varias imágenes.
No obstante el conjunto no nos parece que esté totalmente logrado siendo en este caso de una altura inferior a los dos films anteriormente citados que estaban más logrados.
En cuanto a la interpretación, a pesar de tener un buen cuadro de actores, el resultado es desigual.
La fotografía de José F. Aguayo es interesante y tiene un colorido bastante acertado, que viene a completar los logros de esta nueva cinta de Rafael Gil.
Premio del CEC a Fernando Sancho como mejor actor de reparto. Premio del Sindicato Nacional del espectáculo al mejor logro artístico.
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