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CRITICA
Por: PACO CASADO
Resulta un tanto increíble que en nuestros días se sigan aún haciendo películas como la presente, a la que podríamos calificar de "camp", ya que sus formas y maneras están tan pasadas y caducas que nada tienen que ver con el cine actual.
Esto nos da el índice de una cinematografía pobre, humilde y débil como es la mexicana, donde apenas una media docena de jóvenes tratan de hacer un cine nuevo, distinto y diferente, pero cuya lucha y esfuerzos se pierde en la maraña de los productos comerciales que obtienen grandes éxitos de un público poco preparado.
Por una parte este mal de muchos nos consuela de la poca calidad que también posee nuestra cinematografía, pero nos deprime ver cómo nuestro público está tan poco preparado como el mexicano, ya que acoge con delectación estos dramas tremendos e increíbles donde todas las desgracias posibles se ceban en una mujer inocente.
Como casi todos los films de este tipo que se hacen en la actualidad, han ensayado anteriormente su posible resonancia a través de las antenas de las emisoras, como ocurre en este caso con la novela de Arturo Moya que logró un notable triunfo en tierras hispanoamericanas, lo que motivó que fuera vertida al celuloide.
Cine de poca altura y calidad, primitivo y torpe, que juega con los sentimientos humanos y las desgracias del prójimo con el único ánimo de hacer llorar.
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