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CRITICA
Por: PACO CASADO
Desde que se unió a la FIFA en 1983, Samoa Americana ha perdido todos los partidos que ha jugado.
No sólo eso, sino que uno de los ejecutivos del equipo le pidió al nuevo entrenador Thomas Rongen, que lo único que queremos es marcar un gol.
La historia comienza cuando una década después de que un 11 de abril de 2001, en el Estadio Deportivo internacional de Coffs Harbour, Australia le ganara a Samoa Americana por el abultado tanteo de 31 a 0, convirtiéndose en el hazmerrir del mundo del deporte tras esas derrota en la Copa del Mundo, habiendo marcado tan sólo dos goles desde entonces.
Ese tanteador batió récord ya que nunca se había dado en unos Campeonatos del mundo y la bochornosa derrota se convirtió en la peor de la historia del fútbol internacional, lo que supuso una total humillación para esta pequeña isla del Pacífico de Samoa Americana.
A raíz de aquello y ante la proximidad del Campeonato del Mundo de 2014, la U.S. Soccer Federation le presta al equipo perdedor al técnico holandés poco ortodoxo Thomas Rongen, a cambio de no ser expulsado por su mal carácter, para intentar cambiar su suerte, ya que tan sólo tiene un mes para poder transformar al peor equipo del mundo.
La película pretende ser una comedia divertida pero el previsible guion, que es una adaptación del documental sobre el mismo tema de 2014 dirigido por Mike Brett y Steve Jamison, no le da pie para ello, aunque a lo largo de la narración se introducen algunos aspectos humanitarios y la defensa de ciertos valores fundamentales en la vida de los samoanos, como la religiosidad, la fe, la familia, el afán de superación, el altruismo, la redención, etc..
El film tiene un defecto que suele ser frecuente en todas las producciones que tratan sobre el deporte del fútbol y es que los directores no saben filmar las escenas que muestran el juego y de esa forma nunca tienen emoción en su desarrollo.
Por otra parte no hemos visto un equipo de fútbol más dispar que en esta ocasión, con jugadores gruesos como bolas y con un travesti como delantero centro.
La torpe realización del director neozelandés de origen maorí Taika Waititi tampoco puede presumir de ser muy brillante, sino más bien funcional cuando no mediocre en todo caso, tratando siempre de ceñirse lo más posible a lo que fue la realidad.
El protagonismo recae en el actor Michael Fassbender, que incorpora al entrenador holandés Thomas Rongen que va cambiando su actitud, contraria al inicio, conforme va conociendo a los jugadores y el carácter de feliciad del pueblo samoano.
Finalmente no comprendemos cómo esta cinta ha tenido catorce millones de presupuesto para hacer tamaño desafuero, en qué se habrán invertido...
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