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CRITICA
Por: PACO CASADO
En su día los críticos protestábamos de las comedias españolas insulsas y falsas, pero aún había otro tipo de cine más bajo, hecho con cuatro duros, como el que hacía Ignacio F. Iquino, por citar alguien conocido.
Hoy día nos hemos librado de las primeras, pero aún siguen existiendo las segundas.
Por si no teníamos bastante con la telebasura ahora también se nos trasplanta a la pantalla grande, ya que aquí está buena parte del equipo de 'Crónicas marcianas', con Javier Sardá a la cabeza, en una breve colaboración final.
El Circo de las alegrías está en crisis.
Plauto, el payaso, nos cuenta la historia del Circo de Doña Alegría, que se ha ido arrastrando hasta llegar a la amenaza de quiebre.
Palevhi decide informa a los trabajadores que definitvamente se va a echar el cierre de manera definiitva.
Uno de sus componentes, El furgones, propone pedir un préstamo a una mafiosa de Marbella, emplearlo en cocaína, venderla y así paliar la enorme trampa que arrastra y que puede dejarlos a todos en el paro.
Varios de los artistas le siguen no sin antes pelearse y decirse de todo como en cualquier programa de salsa rosa sacando todos los trapos sucios a relucir y con abundantes palabras malsonantes.
Por el camino se van cargando a varios personajes que le salen al paso y al final terminan todos muertos.
Con contarles el argumento les hemos hecho un favor, así se ahorran de acudir a este bodrio dirigido, es un decir, por David Gordon, que debutó con 'Me da igual' (2000).
Cualquier parecido con una película es pura coincidencia.
Despues de este engendro y consiguiente fracaso de taquilla suponemos que nadie le producirá ningún film más.
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