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CRITICA
Por: PACO CASADO
Carlos Saura ha encontrado muchas dificultades para hacer esta película en España, cuyo guion fue rechazado en varias ocasiones y eso hizo que estuviera a punto de marcharse fuera para poder realizarla.
Finalmente pudo hacerla y quedó muy satisfecho hasta el punto de ser elegido para el Festival de Cannes, donde no recibió ningún premio pero sí el mejor, el del público y la crítica la consideró entre las seis mejores del certamen, por lo que moralmente fue el vencedor al ser el más aplaudido por los espectadores. Ello despertó el interés por verla en España donde se ha programado con prontitud no habitual dado el interés por ver esta última obra del muchos años triunfador en el Festival de Berlín.
Es el momento de constatar sus virtudes que sigue la misma senda de sus títulos anteriores, entre ellos 'El jardín de las delicias'.
Aquí elige un gran caserón , un nuevo recinto cerrado para situar los personajes de este drama, de cine en clave, en el que cada uno representa una simbología.
Cuando Ana llega a aquella extraña casa, contratada como institutriz, acaba de meterse en la madriguera de unos lobos: tres hermanos, José, Juan y Fernando, apiñados en torno a una madre hipocondríaca y a la esposa y los hijos de uno de ellos.
En cada uno de los hermanos late una frustración: Fernando hace vida de anacoreta, recluido en una cueva, Juan es un hombre dominado por la líbido y José colecciona armas y uniformes militares.
Sus claves son fácilmente descifrables ya que cada miembro de esta familia representa un estamento social de nuestro país: la madre es la tradición, Juan el absceso sexual, Fernando el misticismo religioso y José el militarista obsesionado por el poder y el orden.
Todos forman parte de la familia, aunque cada uno vive su vida de forma independiente, pero todos se unen cuando son atacado, cuando llega de fuera Ana, una joven institutriz que trata de estudiarlos, analizarlos y cambiarlo alterando sus estructuras y hacerles ver un nuevo camino y entonces la única solución es la destrucción como única salida de arreglar el problema.
Todo ello está llevado con una gran claridad, sin abusar de la imaginación, utilizando los hechos reales.
Con un estilo sencillo, llano y claro, sin arabescos en lo formal, brilla a gran altura una espléndida fotografía en color muy lograda de Luis Cuadrado, su director de fotografía habitual.
Un buen guion de Rafael Azcona con pequeños baches, casi imperceptibles en el interés.
Dirección extraordinaria de Carlos Saura, aunque un poco teatral en el desarrollo en algunos escenarios o en el planteamiento de alguna escena en el inicio.
En cambio saca un fabuloso partido de otros actores como Fernando Fernán Gómez o José María Prada, los mejores, junto a una excelente en su trabajo Rafaela Aparicio desencasillada de sus habituales papeles de chacha.
Cumple bien Geraldine Chaplin como el resto del reparto, sin excesiva brillantez.
Deliciosa resulta la música compuesta por Luis de Pablo, sobre todo en el tema de Ana.
En definitiva cine moderno que demuestra, como lo ha hecho en Cannes, que nos puede representar con gran dignidad en el resto del mundo.
Premios del CEC para Fernando Fernán Gómez y Rafaela Aparicio.
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