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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las transcripciones cinematográficas de obras teatrales son a menudo peligrosas, ya que los autores de la versión, en su afán de respetar el texto original, terminan traicionando su espíritu.
Esta espléndida obra de Henrik Ibsen ya fue llevada con anterioridad al cine por Joseph Losey y de nuevo es versionada por Patrick Garland, tomada de la escenificación que se hizo en Londres con los mismos actores e idéntica línea dramática, respetando fielmente el texto del dramaturgo.
Si a Losey se le achacó de poca fluidez cinematográfica, también ésta cae en el mismo pecado, porque no pierde el tono discursivo a lo largo de toda ella.
La obra de Ibsen es sutil y juega con habilidad con sus personajes para darnos después el quiebro final.
Así también en cine hubiese necesitado de una mayor finura y sentido fílmico para narrar la reconversión de esta esposa objeto, de esta muñeca en manos varoniles, en ser humano.
La clave de la obra reside en su último acto, cuando la protagonista advierte que antes que esposa y madre es, ante todo, persona.
Pero Patrick Garland no acaba de infundirle la trascendencia necesaria, limitándose a un tono discursivo poco potenciado y quedando en una cinta aceptable, bien interpretada.
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