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CRITICA
Por: PACO CASADO
En otros tiempos el género llamado de romanos o de películas religiosa tuvo su tiempo y se hicieron algunas producciones muy espectaculares en decorados, batallas y escenas de acción o de corte sentimental en lo piadoso.
Hacía tiempo que no se hacía ni nos llegaba un film de este corte antes dicho hasta que apareció 'Resucitado' (1991).
Una historia de misterio teológico contada desde el punto de vista de un agnóstico que narra lo sucedido tras la crucifixión de Cristo, presenciada por Clavio, un centurión romano, junto con su segundo, Lucio, a los que se les encarga resolver el misterio de la desaparición del cuerpo del crucificado para combatir la idea de los cristianos.
En esta producción se nos narra la vida de Fielding Pierce, que aspira a entrar en política y llegar a Presidente de EE.UU..
En 1972 entra a servir en la Guardia Costera y en 1973 entra en la Escuela de Derecho y por el camino se enamora de Sarah, una mujer que dedica su vida a ayudar a los demás.
Su vida sentimental y su carrera como candidato al Congreso son brillantes, pero de repente todo comienza a perder sentido para él: los recuerdos de su novia, muerta en un atentado hace años, le atormentan.
Ahora ya no cree en nada ni en nadie.
Un drama con ribetes de thriller hoy considerado por algunos espectadores con vocación de alternativa como título de culto.
La ganadora del Oscar Jennifer Connelly contentará a sus fans con generosa exhibición anatómica además de una convincente interpretación dramática que eclipsa a la de su compañero de reparto, Billy Crudup, un actor que queda bien en escena, pero no aporta demasiado a nivel dramático.
Esta es la segunda película que dirige el actor Keith Gordon, que se pasó hace cuatro años a la realización con el film 'Mother Night' (1996) no se llegó a verse en muchas ciudades españolas.
Ahora nos llega con 'Walking the dead (Resucitar un amor)' (2000) una romántica historia de amor entre un abogado aspirante a Gobernador y una activista política que lucha en favor de las persona más desclasadas.
A veces se piensa que por enredar más un guion con constantes saltos atrás es mejor y en realidad lo que hace es complicar una historia que contada de forma lineal hubiera resultado mucho mejor, quedando así oscura y confusa.
La dirección de Keith Gordon resulta un tanto irregular.
Fue nominada al mejor guión en los premios Independent Spirit 2001.
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