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CRITICA
Por: PACO CASADO
De nuevo estamos ante una película que es producto de la secuela de un éxito comercial anterior como en su momento lo fue Porky's (1981), dirigida por Bob Clark, que se hizo cargo también de la segunda, pero que en esta tercera ha sido sustituido en la dirección por James Komack.
No se hizo esperar la segunda parte y como continuara el acierto comercial, aunque no tan moyar como la primera, ya que costó nueve millones y únicamente alcanzó algo más de los veinte, pues aquí tienen la tercera para los incondicionales de la serie, como vaticinamos en su día que podía ocurrir.
En esta ocasión a medida que se acerca el final de curso y la consiguiente graduación de los alumnos que componen la clase de 1955 de la famosa escuela Angel Beach, la pandilla se enfrenta una vez más a su antiguo enemigo, el dueño del Porky's.
El film entra de lleno en ese género moderno de universitarios gamberros, divertidos, a veces procaces, que gastan constantemente pesadas bromas a sus compañeros o a los profesores, ya se llamen albóndigas, novatos o porky's, que parecen no tener más que una única obsesión: el sexo.
Como la historia se ambienta en los años sesenta, la música corre pareja con la época, con algunos éxitos nostálgicos de entonces incluidos en la banda sonora junto con la Sinfonía núm. 40 de Mozart.
Los seis inseparables compañeros, tras destruir el famoso antro, se ven envueltos ahora en otra nueva aventura.
Tienen por delante poder ganar el campeonato de baloncesto, pero su entrenador se ha metido en problemas ya que se ha endeudado con el dueño del Porky's y ellos tratan de sacarlo del apuro económico vendiendo el triunfo.
Por medio están, una vez más, las consabidas escenas de cama, las situaciones atrevidas, el chantaje a los profesores para poder aprobar y un largo etc.
Es una lástima que todo ello quede demasiado suelto en un guion que parece que tan sólo se preocupa de crear gags y situaciones divertidas por separado, con la sana intención de hacer reír a toda costa a los espectadores, pero el problema es que no siempre lo consigue.
En este sentido la comedia no ofrece nada nuevo que no nos brindaran ya sus dos hermanas precedentes, aunque en este caso no cuente con su creador Bob Clark, que tan sólo cede sus derechos, pero que ha sido sustituido por James Komack, que de esta forma abandona las series y tv movies de la televisión para hacer su debut en la pantalla grande con este su primer largometraje cinematográfico con el que se estrena sin demasiada fortuna, haciendo notar más la ausencia de su creador que le hubiera otorgado la misma fuerza que le dio a las anteriores.
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