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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director napolitano Paolo Sorrentino adquirió un gran prestigio a raíz de su interesante película 'Il divo' (2008) que aumentó considerablemente con 'La gran belleza' (2013) en la que hacía un estudio de la decadencia, con la que ganó el Oscar al mejor film en lengua no inglesa y más de medio centenar de premios más.
Ahora tras pasar por los festivales de Cine de Cannes con división de opiniones de la crítica, el de San Sebastián y el de Cine europeo de Sevilla, nos llega el séptimo título de su aún corta filmografía, 'La juventud' (2015) en el que se centra en la vejez y la amistad.
En ella nos cuenta que durante la primavera Fred Balinger, un gran compositor y director de orquesta, pasa unas vacaciones en un elegante hotel balneario de lujo en los Alpes suizos con su hija y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar el guion de su última cinta que escribe con sus hijos, que pretende que sea su testamento fílmico, y ambos se acercan a los 80 años.
Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera, pero desde Londres llega un enviado de la reina Isabel II, para pedirle que dirija un concierto en el Palacio de Buckingham, en el cumpleaños del príncipe Felipe, a lo que se niega por motivos personales.
Los dos amigos saben que su tiempo se acaba y miran con curiosidad y ternura las vidas confusas de sus hijos, los entusiastas jóvenes guionistas de Mick, y la hija de Fred con sus problemas de separación, así como a los otros huéspedes del hotel que tienen por delante todo el tiempo que a ellos les hace falta.
Y mientras Mick se apresura a terminar el guion Fred no desea reanudar su carrera.
Por la interpretación que hacen estos dos grandes actores ya merece la pena, a pesar de que tal vez no guste la película, y junto a ellos y aunque sea en una breve intervención al final otra veterana como Jane Fonda.
Es una cinta especial, poética, algo dispersa, menos pretenciosa que la anterior, la sobrevalorada 'La gran belleza' (2013).
El film es una fiesta para los sentidos sobre todo a nivel visual, con escenas oníricas muy potentes y diversas canciones. En el balneario casi todos son artistas, incluso un obeso futbolista que se asemeja a Maradona que no está en su mejor momento.
La película hace una reflexión sobre las secuelas del pasado y según dice uno de los personajes "La libertad es una perversión", pero no acaba de profundizar en sus dos interesantes protagonistas que hablan de los achaques de la vejez, lo que les cuesta orinar, del arte, del pasado, de sus mejores momentos, de la soledad, de sus recuerdos, de la amistad, del amor y del miedo ante la inminente proximidad del fin.
Están rodeados de otras personas que hacen un poco de extras, de coro, como el engreido actor que prepara su próximo papel, el sacerdote budista que dicen que levita, una exuberante e inteligente Miss Universo, el futbolista retirado, la pareja que no se hablan, todo ello expuesto en un bello escenario como fondo de montañas nevadas y verdes praderas, presentado con cierto humor e ironía en algunos momentos al que le falta originalidad, matices, emoción, le sobra ambigüedad y escenas casi literalmente copiadas de otros directores, como es el caso de su colega y compatriota Federico Fellini.
La música, una vez más, hace acto de presencia en los films de Sorrentino, más justificada aquí ya que se trata de un director de orquesta jubilado, a través de algunas canciones y de la banda sonora compuesta por el americano David Lang con el que vuelve a colaborar como en su anterior cinta.
Nominada al Oscar a mejor canción. Dos nominaciones al Globo oro Jane Fonda y canción. Tres premios del cine europeo: película, director, Michael Caine. Premio Hollywood a Jane Fonda. Tres Nastro d'argento: director, fotografía, montaje. Premio del público en Karlovy Vary. Premio Virtuoso a Paul Dano en el Festival de Santa Barbara.
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