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CRITICA
Por: PACO CASADO
Amélie es una chica soñadora, insaciable que nació en Kansai por accidente, pero es belga, y quiere convertirse en una escritora japonesa ya que admira sus costumbres y su cultura que también adquiere su importancia en este largometraje.
A sus 20 años deja Bélgica y se marcha a Japón para cumplir su sueño. Para subsistir allí da clases de francés a Rinri, un joven de la alta sociedad entusiasta de la cultura francesa.
Esas enseñanzas son cada vez en un lugar distinto, nunca en casa, al tiempo que éste le va enseñando los más bellos rincones de sus país.
Con el tiempo hacen amistad y ella siente gran placer en estar juntos con la complicidad de la ternura y la sensualidad, con el que vive el romance.
Stefan Liberski nos ofrece una película romántica en la que asistimos en la transición a la edad adulta de su protagonista, con una puesta en escena en forma de comedia lúdica, divertida y ligera, pero no tanto como a veces parece, ya que al inicio se asemeja a la tópica cinta cursi, en la que se abordan temas como la soledad, la sensualidad o la fascinación por la belleza con delicadeza, no falta de cierto humorismo, que conforme avanza va derivando en el autodescubrimiento de la protagonista y la autoconciencia de la misma que le otorgan un punto de interés a la trama, sin dejar de lado el discurso feminista que ya proviene de la propia obra literaria.
El guion está basado en la adaptación de la novela 'Ni Adán ni Eva', publicada en 2007, en parte autobiográfica de la escritora belga Amélie Nothomb que vivió en Tokio, que marca las diferencias entre Occidente y Japón de manera personal y sentimental, al tiempo que marca las contradicciones de la globalización multicultural, respetando prácticamente el texto salvo en el final que introduce algo de actualidad de cosecha propia.
El llamarse la protagonista Amélie recuerda al film de igual título, ya que aquí la chica también es mona y vitalista, lo que es una delicia, que busca su identidad como mujer independiente.
Es una película que arranca como comedia hasta derivar en drama, con un relato fresco y divertido que rezuma alegría de vivir en el que los protagonistas se dejan llevar por las emociones.
Posee un par de buenos actores que hacen un delicioso trabajo, destacando la interpretación del personaje femenino Pauline Étienne, a la que vimos recientemente en 'La religiosa' (2013), que dibuja con gran soltura a una chica enamorada y adorable, un tanto inmadura que poco a poco va tomando asentamiento haciéndose cada vez más adulta, frente al debutante Taichi Inoue.
Posee una correcta y agradable puesta en escena del director belga Stefan Liberski, que no había destacado hasta ahora por sus anteriores trabajos, siendo éste su tercer largometraje.
Posee de fondo una bella banda sonora a base de xilófono, que parece salida de una caja de música, lo que le da más aspecto de cuento de hadas, compuesta por el músico de jazz Casimir Liberski, hijo del director del film.
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