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CRITICA
Por: PACO CASADO
François Ozon es en la actualidad uno de los directores en activo más interesantes del cine francés con títulos como 'La piscina' (2003), 'El tiempo que queda' (2005) o la muy premiada 'En la casa' (2012). En esta ocasión nos ofrece un bonito romance.
En Quedlinburg, una pequeña ciudad alemana, en la primavera de 1919 después de la Primera Guerra Mundial, Anna va cada día al cementerio a lamentar la pérdida de su novio Frantz Hoffmeister, que murió durante una batalla en Francia.
Un día ve que Adrien Rivoire, un joven francés, ha depositado flores en la tumba de Frantz y cuya presencia extraña en un país que acaba de perder la guerra.
Largometraje, basado libremente en la película 'Remordimiento' (1931) del director alemán Ernst Lubitsch, la única dramática y la menos conocida, que además no tuvo el éxito comercial que merecía, del rey de la comedia, que a su vez estaba extraída de la obra teatral 'L'home que j'ai tué' (El hombre al que maté) de Maurice Rostand, pero esta vez adoptando el punto de vista de Anna lo que cambia el desarrollo y el final de este relato.
Es la historia de este joven francés que decide pedir perdón a la familia alemana del soldado al que mató en combate, pero un malentendido le impide decir la verdad.
Anna cree que se trata de un amigo al que conoció en París, él le sigue la corriente y ella decide presentárselo a la familia a la que va a entusiasmar con los recuerdos que éste les cuenta, inventados a propósito para el caso.
Una asombrosa y romántica historia cuya principal diferencia con el original es que en aquella el punto de vista era el del joven francés y aquí cambia al de la novia del soldado difunto, rodada en blanco y negro con algunas breves escenas en color, especialmente del pasado, que confirma la excelente madurez de su director.
Es un elegante drama repleto de elementos de interés, en el que temas como la verdad, la mentira, el amor o la familia son abordados desde una relación con el pasado que conduce y condiciona al presente, atrapa a los personajes y confunde sus existencias.
Un inteligente film que tiene dos partes perfectamente diferenciadas, una que se desarrolla en Alemania mientras que la segunda lo hace en Francia.
En ambas se pueden ver desconfianza hacia el antiguo enemigo que responsabiliza directamente a los padres de la muerte de sus hijos a los que empujaron a la guerra que ahora están totalmente arrepentidos como dice Hans Hoffmeister, padre de Frantz: "Enseñamos a nuestros hijos francés y los franceses les enseñaron alemán y ahora los mandamos a la guerra para que se maten entre ellos".
La cinta cuestiona el tema de las mentiras piadosas, con un presente de secretos con respecto al pasado para paliar el dolor, la hostilidad y el resentimiento con una lectura antibelicista que trata sobre vencedores y vencidos que no supieron superar el haber ganado o perdido la guerra.
Una historia romántica de sentimientos que no se produce como se espera, con un trabajo excepcional de los dos actores protagonistas, una estupenda Paula Beer quien a través de su rostro va denotando el cambio de su mundo interior y Pierre Niney de la Comedie Franceses con un cierto aire trágico.
Película número 16 del parisino François Ozon un polifacético director con una temática muy variada y estilos diferentes en su filmografía que maneja muy bien los tiempos jugando con los actores de los que saca un estupendo rendimiento, en una puesta en escena académica y elegante.
Premio Marcello Mastroianni a mejor actriz emergente para Paula Beer en el Festival de Venecia. Nominada a dos Globos de Cristal: mejor película y actor Pierre Niney.
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