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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es difícil sacar toda una historia partiendo de un simple partido de tenis por muy memorable que fuera el que enfrentó a dos gigantes de este deporte y a la vez tan distintos como John McEnroe y Biorn Borg en la final de Wimbledon del 6 de julio de 1980 en el que el sueco se jugaba obtener su quinto título y el aspirante tratar de inscribir su nombre por primera vez en el torneo como campeón y llevarse el trofeo.
El sueco Biorn Borg (24 años) y el norteamericano John McEnroe (21 años) protagonizaron en uno de los partidos más importantes de la historia del tenis, la final del trofeo de Wimbledon que se revive en esta película dirigida por el danés Janus Metz, en un recorrido que ilustra la histórica rivalidad de estas dos leyendas de este deporte, desde su infancia y juventud, soportando el peso paterno que ambos sufrieron en su educación deportiva.
El guion no sólo se limita a ese momento histórico ya que no se centra únicamente en el partido, que si se diera entero podríamos tener una duración de casi 4 horas, sino que nos ofrece aspectos de la vida de ambos sumergiéndose es sus pasados respectivos, en una narración en paralelo alternando la de uno y la del otro, apuntando aspectos de la niñez de cada uno, de cómo comenzaron en este deporte hasta llegar a donde llegaron.
Dos hombres que posiblemente sacrificaron su infancia y su juventud por triunfar finalmente en el mundo del tenis.
Es curioso ver la personalidad de cada uno, el sueco un hombre concentrado en sí mismo, con espíritu nórdico, frío como el hielo, metódico, buscando la perfección, apesadumbrado por tener que enfrentarse a ese reto tan importante hasta el punto de prometerse a sí mismo que si perdiera se retiraría, porque no soportaría la derrota, mientras que el americano es pura alegría de vivir, despreocupado, anárquico, nada concentrado, no se preocupa por la preparación, ni la emoción del momento, todo en él es pura improvisación y espontaneidad ante los hechos que tiene por delante, capaz de lo peor y de lo mejor, con fama de tratar de rectificar a los jueces, lanzando exabruptos, enfrentándose con la prensa y siendo abucheado por el público por su mal comportamiento y actitud desafiante.
A pesar de todo ambos tienen muchas cosas en común en lo que respecta al juego.
El estado de ánimo del primero afecta hasta a los que tiene a su alrededor, por una parte a su novia, Mariana Simonescu, que le acompaña durante el campeonato, y con la que está a punto de casarse, y por otra a su entrenador que le aconseja en cada momento lo que debe hacer, le tranquiliza los ánimos, aunque cuando los nervios lo traicionan lo despide, pero sabiendo que estaba fuera de sí, vuelve a su lado para no dejarlo en la estacada en una hora tan importante.
El film habla también de los inconvenientes de la fama, los sinsabores, la infancia perdida, ya que no se queda en el simple enfrentamiento entre ambos en el partido.
Muy bien elegidos los dos actores protagonistas, centro y eje de esta cinta, por una parte Sverrir Gudnason, todo seriedad e introspección incorporando a Borg y por el otro Shia LaBeouf como el bronquista McEnroe, ambos parecidos físicamente a los originales, sabiendo copiar los gestos y manías de sus personajes, tanto en la pista como fuera de ella.
Pero si de buen hacer hablamos quien se lleva la palma es la veteranía y serenidad de Stellan Skarsgard como Lennart Bergelin, el entrenador de Borg.
Bien escrita y llevada a cabo desde la dirección por el cineasta danés que ilustra con esmero la rivalidad entre estas dos leyendas del tenis, a pesar de ser la ópera prima de Janus Metz, que sabe introducir el deporte en breves momentos para no abusar hasta llegar al deseado final en el que se detiene algo más y aunque tiene algún pequeño bache de ritmo no afecta su interés.
Para los que no sepan el resultado tiene su suspense y para los que lo sepan le resta algo de emoción.
Mejor director debutante en los premios Camerimage. Premio del público en el Festival Gasparilla. Mejor actor de reparto Stella Skarsgard y Efectos visuales en los premios Guldbagge. Premio del público a mejor película en el festival Noordelijk.
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