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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las películas del director francés Eric Rohmer no suelen parecerse a las de ningún otro realizador cinematográfico.
Tras hacer los 'Cuentos morales' dirigió la serie de 'Comedias y proverbios' y tras ella la emprendió con los 'Cuentos de las cuatro estaciones' que inició con la primavera.
Nos cuenta una historia normal, de personas normales en circunstancias normales, en primavera, fin de semana campestre y una joven que se enamora del padre de su amiga.
Una joven graduada en filosofía es invitada a pasar un fin de semana en el campo por una amiga, quien también lleva a su padre, que a su vez va con su joven amante.
Por determinadas circunstancias, la joven y el padre de su amiga se quedan solos.
La chica no quiere ocupar el piso del hombre con el que vive, cuando éste se marcha de viaje, mientras que su apartamento se lo ha prestado a una prima.
En ese trance conoce a una joven en una fiesta con la que hace amistad y la invita a dormir a su casa.
Su padre está divorciado y su amante es de la edad de su hija con la que siempre discute.
El film presenta una situación cotidiana, en una historia banal, en un fragmento de vida diaria de unos personajes corrientes, que los encontramos por la calle cada día, lo que no es obstáculo para que en ellos se den cita las pasiones habituales: el amor, el odio, los celos, la soledad, todo ello envuelto en unos diálogos, excesivos, como es habitual en Eric Rohmer, que tiene gran facilidad para dialogar, así como para contar la historia con la mayor naturalidad, lo que hace que no se haga pesada.
Como es habitual se sirve de actores no profesionales que actúan con una gran naturalidad, como si no estuvieran delante de una cámara de cine.
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