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CRITICA
Por: PACO CASADO
Curiosamente Eddie Murphy comenzó a tener éxito con una película de acción: 'Límite 48 horas' (1982), formando pareja como secundario con Nick Nolte.
Después se pasó a la comedia y ahora, tras haber triunfado vuelve por sus fueros, pero esta vez como protagonista, lógicamente, después de haberse convertido en el actor de color más caro del momento en Hollywood.
En esta ocasión es Scott Roper un díscolo policía de San Francisco, muy locuaz a la hora de negociar el intercambio de rehenes, en lo que ha demostrado sobradamente su habilidad cuando surge una situación comprometida.
Sin embargo no sabe afrontar la muerte de su compañero a manos de un psicópata llamado Korda.
A pesar de haber sido apartado del caso, Scott perseguirá a asesino con la ayuda de su nuevo colega de trabajo.
Aunque casi al principio del film le otorgan un novato como compañero, es tan sólo un pretexto para que en dos o tres momentos puntuales le eche una mano, porque el resto son actuaciones de Murphy y los problemas con su novia con la que se quiere ir a Tahití de vacaciones una vez que haya hecho las paces con ella.
Esta cinta podía haberla interpretado cualquiera de los actores especialistas en el género, la única diferencia con Murphy es que él pone un poco de comicidad en algunas escenas que relajan la tensión.
Porque la verdad es que la película cuando funciona es en esos momentos y en las dos secuencias espectaculares, una más o menos a la mitad, inacabable, con un tranvía sin frenos por una larga calle cuesta abajo de la ciudad de San Francisco arrollando cuanto encuentra a su paso, que suelen ser automóviles que se cruzan en su camino.
Y la otra la del apocalíptico final en los muelles abandonados de unos astilleros.
Eddie Murphy protagonizó este film de acción en el que intentó recuperar la imagen que le llevó al estrellato, un papel que, por cierto, fue escrito para Harrison Ford.
La cinta tuvo una gran repercusión en España, donde logró un gran éxito, no obstante el actor volvió a centrarse de nuevo en papeles cómicos.
A pesar de toda la acción que posee Thomas Carter no le da el ritmo adecuado al film, que transcurre de forma perezosa entre un caso y otro, lo que hace que el público no haya sintonizado de igual manera que lo hizo con 'El profesor chiflado' (1996).
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