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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tres años atras esta misma productora hacía una nueva versión de Colmillo blanco (1991) y ahora nos llega su continuación o mejor podríamos decir una nueva aventura de este protagonista y su joven dueño Henry Casey.
Casey vive en compañía de Colmillo Blanco, mitad lobo, mitad perro, en las montañas de Alaska buscando oro a principios del pasado siglo.
Durante uno de sus viajes por el río para trasladarse a la ciudad, meterlo en el banco y recoger de paso una provisiones, la canoa en la que viajan ambos vuelca y Henry cae al agua, siendo arrastrado por una fuerte corriente.
El joven es rescatado por una princesa de una tribu india, cuyos miembros están sufriendo una hambruna que amenaza con hacerles desaparecer.
Paralelamente la tribu de los indios Haida envía a una mujer a que se encuentre con el Lobo Blanco confundiendo al canino protagonista con él y salvando a su dueño, Henry Casey, a quien recoge, implicándole en la aventura que corre su pueblo que está a punto de morir de hambre a causa de los manejos de un malvado y falso predicador que lo que trata es de quedarse con el oro que ha descubierto en una mina que está en el territorio de la tribu.
No es que vayamos a decir que la historia que se nos cuenta tenga mucha originalidad, pero lo que si es cierto que encuentra su propio encanto en la sencillez con que ha sido tratado el tema, en una puesta en escena sin complicaciones por parte de Ken Olin, que debuta en la dirección con esta película, y en la propia actuación de los principales actores, entre los que descubrimos la ya madura belleza de Victoria Racimo, una actriz que no ha tenido mucha suerte y que no veíamos desde El valle de la furia (1980), de Richard Lang, junto a Charlton Heston, precisamente también en un papel de india.
Otro de los valores del film es la estupenda partitura musical, hecha a la antigua usanza, sonando casi durante toda la cinta como si fuera una auténtica sinfonía, con momentos brillantes y espectaculares de gran belleza, que resalta aún más la propia naturaleza y parajes abiertos en que ha sido rodada la historia.
Esta vez no está protagonizada por Ethan Hawke, que solo hace un cameo al inicio para introducir a su sucesor, Scott Bairstow, que debuta en el cine con este papel.
También es el estreno tras las cámaras de Ken Olin, quien ha participado como productor y director de series de televisión de renombre como Alias o Cinco hermanos.
Una película sencilla, en suma, agradable de ver, tanto para los adultos como para los pequeños espectadores.
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