. |
|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Un drama adolescente basado en el best seller 'Five feet apart', de Rachael Lippincott en cuyas páginas se recoge una historia real, sobre dos jóvenes enfermos de fibrosis quística, Stella Grant y Will Newman, que afrontan su primer amor durante el tiempo que están ingresados en el hospital para recibir tratamiento y a la espera de la donación de un pulmón para hacerles un trasplante, siempre con el riesgo de la muerte amenazándolos.
Esa dolencia pulmonar tiene el problema de que no se puede establecer el contacto físico entre dos enfermos de esta misma afección por el riesgo de intercambiar las bacterias, correr así el peligro de infección y consecuentemente la posibilidad de morir por ello.
Eso mismo no sucede cuando se abrasa o se toca a alguien sano que no está afectado por la misma bacteria, de ahí que se establece como norma que haya una separación mínima de dos metros para no correr riesgos entre los enfermos de fibrosis quística.
Para estos dos jóvenes es un auténtico tormento el no poderse besar, ni siquiera tocar, ya que sus gérmenes se desplazan fácilmente por el aire.
Stella es una chica de 17 años muy ordenada que cumple fielmente con las normas, coloca sobre la mesa sus medicinas, estudia y se toma sus medicamentos puntualmente. En su pasado está el trauma de la pérdida de su única hermana, Abby. Tiene un canal de You Tube a través del cual consuela a los que están en una situación como la suya.
Por su parte Will es todo lo contrario, le gusta dibujar pero es desordenado, rebelde e inconstante con el tratamiento y le da lo mismo hasta su futuro e incluso está dispuesto a morir.
Hay un tercer elemento en esta historia, Poe, un chico que es gay, que también está internado, que tiene el mismo mal, y está enamorado de un joven de color, que ha hecho una gran amistad con Stella en el tiempo que llevan allí convirtiéndose en su mejor amigo.
La acción transcurre prácticamente todo el tiempo en las habitaciones y pasillos del hospital por el que andan en libertad los tres componentes principales de esta historia, algo que a pesar de ser un suceso real, no nos parece muy creíble, aunque de vez en cuando haya alguna bronca de la terapeuta respiratoria, pero más por no cumplir con el protocolo que por esas travesuras y escapadas, que ponen un poco de humor dentro del drama, que le libera de caer en un exceso de sentimentalismo, aunque tiene algunos momentos que pueden hacer mella a espíritus sensibles.
Al final hay una escapada de Stella y Will que pone un poco de emoción, que rompe la monotonía de tan largo metraje que le hace perder el ritmo.
Se echa de menos una mayor presencia de los padres, salvo en el último tercio.
Haley Lu Richardson muestra una gran naturalidad en su interpretación y Cole Sprouse le mantiene el tipo, encarnando a los personajes respectivos de Stella y Will, entre los que se establece una relación de rechazo al principio y de previsible atracción después, tal vez por aquello de que los polos de distintos signos se atraen.
Una de las cosas que sorprenden en esta película es que los guionistas Tobias Iaconnis y Mikki Daughty sean los mismos de La llorona (2019), dos films de géneros tan diferentes.
Es la ópera prima de discreta factura de Justin Baldoni, quien adquirió un gran prestigio con la serie televisiva 'My last days' (2012) que trataba sobre enfermos graves a punto de morir como señala su título Mis últimos días, lo que le convirtió en un especialista en el género que le llevó a realizar este primer largometraje.
La banda sonora incluye algunas canciones actuales que complacerán al público juvenil de esta clase de cintas.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA