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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director madrileño José Luis Garci debutó con Asignatura pendiente (1977) a la que siguió Sólos en la madrugada (1978) y Las verdes praderas (1979), todas ellas comedias costumbristas, con cierta crítica social dentro, que le salieron muy bien y revelaron que ahí había un nuevo y buen director de cine.
Pero él estaba deseoso de hacer una película de cine negro, ese género que tanto ha visto y disfrutado en las producciones norteamericanas que igualmente admira y bien conoce.
Pero como de tonto no tiene un pelo y además sabe y conoce cuales son sus posibilidades y sus limitaciones, ha elegido los elementos que caracteriza a ese tipo de cine y los ha adaptado a lo que tenía en sus manos que podía realizar.
Para ello nos cuenta la historia de Germán Areta, un ex policía convertido en detective privado, que recibe el encargo de encontrar a la hija de un poderoso terrateniente de León.
En su búsqueda, el detective descubrirá a través del novio de la chica que ésta huyó de la casa al quedarse embarazada y después de que su padre la obligara a abortar.
A partir de ahí el detective se verá presionado para que abandone el caso si bien él seguirá con sus pesquisas hasta el final de la resolución del caso.
No ha pretendido hacer de Alfredo Landa un Humphrey Bogar, ni grandes persecuciones de corte espectacular, ni ningún otro de los elementos que no estuvieran a su alcance.
No ha creado un héroe especial, sino un personaje oscuro, gris, solitario, en una situación ambigua, sentimental a veces, amargado en otras y lo ha hecho caminar por los vericuetos de la intriga y el suspense.
Lo ha arropado bien de unos elementos secundarios muy clásicos y bien definitorios y lo ha puesto tras la pista de una chica desaparecida a la que hay que buscar, indagar sobre su pasado y tropezar con unos altos y poderosos personajes que andan metidos en el mundo del crimen.
Con estas claras premisas su film tiene un aire sombrío y cansino, como su personaje, del que a veces nos deja ver su nota sentimental.
Se le puede achacar que su cinta pueda ser un poco larga, pero no por ello es que se haga pesada, en absoluto.
Tal vez hubiera sido posible haberla aligerado un poco y haberle dado un poco más de ritmo, pero es ese el ritmo interior del personaje protagonista.
No obstante frente a todo ello hay algo que es innegable, y es que nos cuenta una historia y que sabe cómo hacerlo, con un buen estilo cinematográfico, cosa que pocos realizadores españoles actuales poseen.
Su cine tiene calidad al margen de posibles errores.
Alfredo Landa está muy bien en su personajes del detective Germán Areta, serio, sobrio muy lejos del personaje de comedia al que nos tenía acostumbrados y por su parte María Casanova tiene tirón y pellizco cinematográfico en algunos momentos y cuando la cosa se complica el director sabe salir airoso del trance, que fue el primero en obtener un Oscar para el cine español.
Y eso ya no sólo es bastante sino mucho y tiene su mérito poder conseguir una buena película como es ésta, que se puede situar entre las mejores de la serie negra de la historia de nuestro cine.
Premio al mejor actor para Alfredo Landa y mejor guion del Círculo de escritores cinematográficos (CEC).
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