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CRITICA
Por: PACO CASADO
Christina Rosenvinge es aquí Karen Blixen, más conocida desde el punto de vista literario como Isak Dinesen, que era una mujer libre y aventurera, autora de la célebre novela Memorias de ╡frica, que fue llevada al cine dirigida por Sydney Pollack e interpretada por Meryl Streep y Robert Redford en sus principales papeles que fue laureada con siete Oscars y numerosos premios internacionales.
En esta ocasión la directora cacereña María Pérez Sanz pretende hacer un retrato íntimo, elegante y delicado, de la baronesa danesa que se escondía detrás del seudónimo de Isak Dinesen en ese momento concreto de su vida, en el que destaca la particular relación que se establece entre Karen y su criado somalí Farah Aden, una amistad adelantada a su tiempo, aunque no llegara a más, ni pasara de ahí.
Una amistad en la que las diferencias que parecen insalvables, como era el caso de una mujer blanca, en posición de poder, ante un hombre africano, no estarían muy bien vista en la sociedad de su tiempo, pero éstas se diluyen ante un entendimiento ancestral, correcto y bien entendido por parte de ambos.
Esta relación se ilustra con algunos quehaceres cotidianos, así como el repaso del pago de unas nóminas que momentáneamente no tiene dinero para ello, en un momento en el que estaba abandonada y arruinada en Kenia.
Farah reza con frecuencia, pero no le pide nada a Alá, simplemente le da las gracias, mientras que para ella Dios y el destino son una fuerza que viene determinada desde el nacimiento y si estamos juntos el diablo no podrá con nosotros, le dice.
Esta relación de los últimos tiempos pasados por Karen Bixen en ╡frica está expresada a través de unas imágenes claras y cristalinas de bellos paisajes africanos que en este caso están adornadas por la música que ha compuesto expresamente para esta película por la propia protagonista de la misma, que no es otra que la cantautora y actriz Cristina Rosenvinge.
La trama se limita, en el breve espacio de tiempo de una hora, a esta relación entre dueña y criado, a la que siempre se dirige llamándola Sabo, que está atento a cumplir con su deber, incluso en cuidados que no le atañen, pero que suponen una atención más de servicio hacia su señora.
Esta relación tan solo está interrumpida por un breve diálogo entre la propia Karen y Amelia.
La directora, María Pérez Sanz, que hasta ahora tan sólo había realizado tres cortos y un documental, se pasa así a la realización de su primer largometraje de ficción, un trabajo que maneja bien dada su corto metraje y contar con únicamente tres actores en pantalla, usando con bastante frecuencia el acercamiento de la cámara a los rostros de los protagonistas en bien centrados primeros planos.
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