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CRITICA
Por: PACO CASADO
Allá por el año 1971 Harry Julien Fink y Rita M. Fink crearon el personaje de Harry Callahan en la película Harry el sucio, dirigida por Don Siegel, cuyo apodo se le iba a quedar a lo largo de los restantes títulos que vendrían después, aunque muy posiblemente no pensaran que el personaje en cuestión se iba a hacer tan popular hasta el punto de aparecer en otros títulos como Harry el fuerte (1973), Harry el ejecutor (1976), Impacto súbito (1983) y ahora en 'La lista negra' (1988) que supone el quíto título de esta saga.
Tal vez el hecho de llegar hasta aquí no es más que producto de la falta de creatividad cinematográfica de que adolecen hoy en día nuestras pantallas, en las que cuando se encuentra un personaje que tiene gancho para el público se le exprime hasta dejarlo agotado, como es el caso, y como viene sucediendo con otros como Rambo, Rocky, etc.
Han sido diversos los directores que han pasado por esta serie, e incluso el propio Clint Eastwood se encargó de interpretar y dirigir Impacto súbito (1983), pero ninguno lo hizo con el acierto de Don Siegel.
El personaje ha seguido manteniendo las mismas características, su aspecto impasivo y su actitud ejecutiva ante los malhechores ayudado con su poderoso Magnum calibre 44.
Aquí el propio Callahan se ve incluido en una lista negra de personas que no llegarán vivas a fin de año en una especie de juego macabro, hecha por un director de cine de cintas mediocres del género de terror.
Los distintos asesinatos se van cometiendo y al estar él entre los próximos le hace tener que actuar de nuevo para salvar en este caso su propia vida.
La serie, al igual que el personaje, también sigue sin cambios con la habitual subida de emoción cada cuarto de hora aproximadamente, con asesinatos por doquier, persecuciones y disparos a granel.
A este respecto hay aquí la novedad de un cochecito de juguete que persigue al protagonista que ha sido convertido en un pequeño bólido teledirigido que en realidad es un mortal y explosivo coche bomba.
Clint Eastwood continua incorporando como siempre al duro detective mientras que cambian sus compañeros, en este caso es Quan, un chino norteamericano y la oponente femenina, una atractiva reportera de televisión que quiere poner su nombre en los titulares, mientras que otros lo desean bajo tierra pero él no es partidario de la fama que le ha dado la televisión al resulver casos importantes.
Lalo Schifrin sigue siendo el compositor de la banda sonora habitual de estas películas, pero una vez más cambia el director, en este caso Byddy van Horn, que es un especialista con más de un centenar de títulos al que Clint Eastwood, le dio la oportunidad de debutar como director en el largometraje La gran pelea (1980), que hace con éste su segundo título en el que está muy atento a los efectos especiales y las acciones espectaculares con las que público, una vez más, responderá a la llamada y a buen seguro que se lo pasará bien.
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