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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser elegida para la apertura del Festival de Cine de San Sebastián del presente año, llega a las carteleras españolas 'Maixabel' (2021) de Icíar Bollaín, que es su largometraje número once detrás de la cámara.
La historia está inspirada en un hecho real en el que Maixabel Lasa pierde el 29 de julio del año 2000 a su esposo, el Gobernador civil de Guipúzcoa y líder socialista Juan María Jaúregui, de 48 años, asesinado por la banda criminal vasca de ETA, de un disparo en la cabeza, mientras se encontraba en un bar en Tolosa con un amigo, que era un hombre muy querido y respetado.
Once años después, Maixabel acepta una solicitud insólita para reunirse con Ibon Etxezarreta, uno de los asesinos que está en prisión, en la cárcel de Nanclares de la Oca, en Álava, que ha pedido entrevistarse con ella, donde se encuentra cumpliendo condena después de haber roto sus vínculos con la organización terrorista, como un intento por encontrar algún tipo de justicia reparadora.
Dichos encuentros organizados en 2011 se han suspendido, pero ambos aceptan hacerlo fuera de la prisión, durante uno de los permisos carcelarios de fin de semana.
A pesar del dolor que ello le produce, Maixabel accede a entrevistarse con las personas que acabaron a sangre fría con el amor de su vida desde que tenía dieciséis años.
Esa es la simple historia real que se cuenta en esta producción española llevada a cabo por la directora madrileña Icíar Bollaín en un guion escrito con la guionista Isa Campos en torno al personaje de Maixabel Lasa.
Esta mujer, que fue durante unos años Directora de la oficina para las víctimas del terrorismo del Gobierno de Euskadi, es una figura clave en la reconciliación que actualmente lleva a cabo el país vasco hacia la convivencia y la paz, porque cree que todo el mundo merece tener una segunda oportunidad en la vida.
A todos, asesinos y víctimas, les lleva a la esperanza y la reparación del dolor sufrido y pedir perdón por el mal causado.
Con ella tuvo ocasión de entrevistarse la actriz protagonista de este drama, Blanca Portillo, para conocer a fondo el personaje que tenía que interpretar y del que hace un espléndido trabajo de serenidad y contención ante tan importante suceso, mostrando esa experiencia insólita de perdón hacia quien tanto mal le hizo no sólo a ella sino también a María, su hija pequeña, que se tuvo que criar sin el calor de un padre.
Ya de adulta María se casó y se fue a vivir a Huelva y aunque respeta la actitud de su madre ella no la comparte en ningún momento.
Si interesante es la labor que hace Blanca Portillo en este film, en uno de los mejores papeles que ha hecho como protagonista, qué decir de quien le da la réplica en esta ocasión que no es otro que el veterano Luis Tosar, con quien no había coincidido en ninguna película anterior y al que no conocía, lo que utilizó la directora para planificar el importante encuentro dándole toda la emoción que el hecho en sí merecía.
Tampoco dejaríamos fuera de esta mención la estupenda labor que hace Urko Olazabal en el papel de Luis Carrasco.
Interesante es igualmente el planteamiento que hace la directora de Te doy mis ojos (2003) de esos hechos dejando constancia de ellos con la máxima fidelidad pero siempre transcendiendo la emoción de algo que fue real y sin que decaiga el interés en el espectador.
Es un drama muy humano y una manera distinta, que no se había hecho hasta ahora en el cine español, de enfocar el problema etarra que tanto dolor provocó en la sociedad española en su momento.
En esta solvente e interesante producción, bien realizada y magníficamente interpretada, no podía faltar la presencia de Alberto Iglesias componiendo la música de la banda sonora.
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