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CRITICA
Por: PACO CASADO
El creador del ya fallecido movimiento Dogma, Lars Von Trier, inició con la aburrida Dogville una trilogía sobre la nación americana, tierra que se enorgullece de no haberla pisado nunca pero se permite el lujo y el atrevimiento de criticarla.
Si en 'Dogville' criticaba a la sociedad blanca aquí lo hace con la negra. 'Manderley' comienza donde termina 'Dogville' y utiliza el mismo planteamiento escénico y protagonista. Grace y los gángsters de su padre le acompañan hasta llegar a Manderley, una finca en Alabama, donde los negros aún siguen esclavizados setenta años después de haber sido abolida.
Grace hará que retomen su libertad y que democráticamente se dicten la leyes, los castigos y hasta la pena de muerte, pero terminará fracasando en su intento de imponer la libertad y la democracia por la fuerza de las armas cuando no son deseadas por aquellos a los que se les obliga a aceptarlas. El resultado no es el que Grace espera ya que tras votar deciden dar un paso atrás y volver a acatar la antigua ley, la esclavitud. Ellos nunca han tenido responsabilidades, ni educación y no saben vivir fuera de esa ley, prefieren ser dirigidos. Ella pretende imponerles un régimen de libertad que nadie le pidió. Son las veleidades y contradicciones del ser humano.
Trier plantea preguntas en torno a la esclavitud, el racismo, la violencia, la democracia, la justicia y la idea de la libertad para que el espectador reflexione.
Vuelve a repetir los mismos esquemas que en Dogville en este agudo ensayo político. Pero lo que allí era novedoso al desarrollar toda la acción en un mismo y desnudo decorado, con cuatro muebles y las calles y casas pintadas en el suelo, aquí ya no llama la atención.
Muchos echaron las campanas al vuelo como si hubiera descubierto el Mediterráneo cuando no se trataba más de que utilizar un escenario teatral donde representar una obra captada por una cámara nerviosa e irritante.
Aquí vuelve a suceder lo mismo y ya a algunos no les parece tan nuevo el descubrimiento y llamándolo por su nombre: teatral.
Contada en capítulos le sobra a veces la voz en off que comenta la acción.
Siempre hemos mantenido que el Dogma restaba posibilidades al cine, como ocurre de nuevo con este film en el que Nicole Kidman no quiso participar siendo sustituida con bastante acierto por Bryce Dallas Howard (El bosque), como también ocurrió con James Caan reemplazado por Willem Dafoe.
Esta cinta bien podría resucitar el viejo dilema del fondo y la forma. Nos ofrece una interesante reflexión sobre los temas que expone, pero no nos convence en la forma de plasmarlos en la pantalla, a pesar de su calidad de fotografía y el interesante trabajo de todos los actores.
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