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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Babel' (2006) viene a redimirnos de unas Navidades huérfanas de películas interesantes con la calidad de su cine que ofrece un final redondo a su trilogía sobre el dolor y la incomunicación que comenzó con 'Amores perros' (2000), que fue todo un descubrimiento de su autor, que se afirmó con '21 gramos' (2003) y que se consolida con este tercer e interesante capítulo que no desmerece de los anteriores, muy al contrario resulta el más clarificador de los tres, dentro de este esquema adoptado de la ruptura de los relatos, que en absoluto ocultan la capacidad de contar una historia en continuidad y una vez más en compañía de su habitual guionista Guillermo Arriaga.
Un pastor marroquí adquiere un rifle que uno de sus hijos prueba disparando contra un autobús de turistas hiriendo accidentalmente a una mujer de exóticas vacaciones en Marruecos con su marido para arreglar su crisis matrimonial, lo que repercute en sus hijos, dejados a cargo de una mujer chicana que se los lleva ilegalmente a México a la boda de su hijo, lo que le acarrea problemas a la vuelta y también en un ejecutivo japonés, con una hija sordomuda, que regaló el rifle al guía de una cacería en Marruecos, lo que viene a cerrar el círculo de estas cuatro historias, rodadas en tres continentes y en cuatro idiomas, inglés, árabe, japonés y español, que justifica el confusionismo de lenguas del título y la incomunicación entre los seres humanos, sobre todo cuando son de razas o culturas distintas y el dolor que produce en estas cuatro familias un incidente que tiene efecto mariposa en seres humanos tan distantes.
'Babel' (2006) cierra la trilogía con coherencia sin que haya ninguna pérdida en las cualidades del cine de sus autores y al igual que las precedentes tiene sus raíces en el azar, la fatalidad y lo inexorable del destino que hace conectar a los personajes de una forma insospechada y siempre a través de un vehículo.
Esta vez Iñárritu sale del localismo de su México natal y amplia el horizonte haciéndolo más universal a través de tres países.
En sus historias una vez más está presente el dolor, que tanto él como su guionista han tenido ocasión de experimentar en sus propias carnes, la emigración mexicana a los Estados Unidos y sus consecuencias, la soledad, la intoleranza, la obsesión por la plaga terrorista o el aislamiento que sufre la chica japonesa sordomuda, debido a la muerte de su madre y a su minusvalía, que se siente despreciada por los chicos y que quiere paliar con la relación sexual fácil. Tal vez esta historia sea la que está metida de forma más forzada, pero no por ello menos interesante para enriquecer el conjunto.
Esto viene a demostrar una vez más que el problema de la globalización no son las fronteras físicas, sino las interiores de cada individuo cuyo concepto de felicidad es distinto aún perteneciendo a la misma familia.
El guión es un dechado de habilidades, de brillantez, para conectar los relatos entre sí de forma coherente, para enhebrar los sentimientos y tomarle el pulso a la historia.
Se diferencia de las anteriores de la trilogía en que esta vez ha dispuesto de estrellas internacionales como Brad Pitt que demuestra ser un buen actor cuando está bien dirigido, de la siempre estupenda Cate Blanchett aunque sea en un corto papel o de la notable Adriana Barraza.
La dirección de Iñárritu da pleno sentido y coherencia estética y moral, con brillantez visual a la puesta en escena, a la estupenda dirección de actores que le hizo ganar el premio al mejor director y el del jurado ecuménico en el festival de Cannes, optar a 7 Globos de Oro y ser firme candidato a los próximo Oscar.
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