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CRITICA
Por: PACO CASADO
En esta película se da la curiosa circunstancia de estar protagonizada por buena parte de los miembros de la familia Douglas, tres generaciones de ellos, comenzando por Kirk Douglas, su hijo Michael Douglas y su nieto Cameron Douglas, además de Diana Douglas ex-esposa del patriarca, divorciada hace más de cincuenta años de él, que se ha querido sumar al evento. Y además el guión se inspira en algunos hechos, no todos, que de alguna manera acontecieron en la familia.
No es la primera vez que una familia incorpora sus papeles reales en la pantalla, ya que en Forajidos de leyenda eran hermanos los propios actores que interpretaban a los hermanos en la ficción de la pantalla.
Alex Gromberg reúne a los miembros de la familia para de alguna forma reconciliarse con ellos, evitar los errores cometidos por su padre y asumir lo que ya ha tenido con sus hijos, por su falta de comunicación. Todos viven sus vidas y tratan de solucionar a su vez sus propios problemas, de infidelidad el padre, con las drogas el hijo mayor y de desorientación el pequeño, que es el más sensato de todos.
El cine americano siempre preocupado por el entorno familiar tiene aquí un buen caldo de cultivo para exponer los asuntos que atañen a cualquier familia de la alta burguesía americana.
La película tiene algunas escenas realmente emotivas en las que realidad y ficción se dan la mano, y cuyos papeles están escritos a la medida de sus actores y que suenan a verdaderos, sobre todo los momentos más íntimos, en los diálogos entre padre e hijo y esos otros más duros, como la vida misma.
Está discretamente realizada por el australiano Fred Schepisi con gran sencillez y nobleza.
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