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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine ha prestando atención en gran número de ocasiones, en los tratamientos más variados, a la célebre obra de Robert L. Stevenson, 'Dr. Jekyll y Mr. Hyde', pero la verdad es que nunca lo había hecho de forma tan singular y novedosa.
Se ha basado en la novela de Valerie Martin que ve el mito desde los inocentes ojos de un pobre criada, de infancia ruin, maltratada por su padre hasta límites indecibles, castigada y torturada con roedores que han dejado sus marcas en el cuerpo de la infeliz sirvienta. Ella se siente segura en la casa al servicio del altruista Dr. Jekyll, donde parece haber encontrado un remanso de paz. Esta tranquilidad aumenta cuando el amo deposita en ella su confianza y la hace su confidente para mandar cartas y misivas a Madame Farraday, la dueña del burdel, llegando a enamorarse de su señor. La diatriba se presenta cuando aparece el ayudante, Mr. Hyde, más seductor y atractivo.
Frears, como hiciera en Las amistades peligrosas, se apoya en el guion de Christopher Hampton antes que en la novela de Valerie Martin, a la que altera el final por otro más comercial impuesto por la productora. Todo se enfoca a través de la inocente mirada y punto de vista de la protagonista que da nombre tanto a la novela como a la película.
A nuestro parecer el defecto del guion está en que parte del supuesto de un conocimiento previo del público sobre el mito. Para un espectador no enterado el film le puede resultar tan confuso como para la propia protagonista la enigmática presencia de uno y de otro.
Por otra parte creemos que resulta tan interesante el antecedente de la tortuosa infancia de Mary Reilly, su actitud ante la vida y los que le rodean, que no haría falta meterse en el mito.
El personaje ya de por sí tendría suficiente fuerza para que fuera otra la historia. El brioso inicio, con una estupenda ambientación en el brumoso Londres de 1886, hace más enigmático el relato en ese reino de sombras que es la casa de Jekyll o el burdel de Madame Farraday.
En el haber de Stephen Frears hay que anotar que obtiene de Julia Roberts, posiblemente, el mejor trabajo de su carrera, siempre comedida y dando perfectamente la identidad del personaje, todo lo contrario del extrovertido John Malkovich en su doble personalidad.
Estupenda ambientación, decorados, vestuario y fotografía.
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