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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras su pase por la Mostra de cine de Venecia, donde consiguió el León de oro del certamen y proyectada fuera de concurso en la Seminci de Valladolid llega con prontitud a las pantallas españolas.
El director polaco de 'La doble vida de Verónica' (1991) y de la serie televisiva 'Decálogo' (1989/1990), se propone ahora hacer una trilogía con los colores de la bandera francesa: Azul, la libertad, Blanco, la igualad y Rojo, la fraternidad.
La historia que nos propone en este caso es la de una mujer que al comienzo de la película pierde a su hija pequeña y a su marido, un célebre compositor que está escribiendo un "Concierto para la unificación de Europa".
A partir de ese momento queda libre, pero también sola, con una libertad no deseada, sino impuesta debido a las circunstancias de un accidente.
Kieslowski se pregunta si realmente se es libre cuando se está solo o por el contrario atado a la cadena de la soledad, de los recuerdos, del pasado.
La protagonista en este sentido quiere romper con todo ello, con los objetos y las cosas que le atan a ese pasado para ver si así recupera realmente su libertad.
Este rompimiento le descubrirá un pasado no deseado de su esposo y hasta llegamos a pensar o suponer si no era ella quien componía para su marido.
Kieslowski hace un cine muy personal y como tal le interesa el individuo y su interior al que trata de llegar en la persona de su protagonista, Juliette Binoche, una actriz fría y distante como el cine polaco o como lo requiere en este caso su personaje.
En un principio busca la libertad y tal vez solo encuentre la soledad. En ese punto el film decae, se detiene en pequeños detalles de la vida cotidiana que aburren al espectador, para después remontar al final cuando parece encontrar la luz al final del túnel y vislumbrar un rayo de esperanza recomponiendo la partitura del concierto inconcluso.
En este aspecto la música tiene un gran protagonismo en la cinta, con una composición realmente inspirada de Zbigniew Preisner y una cuidada fotografía de Slawomir Idziak.
En la línea habitual de su cine nos convence la dirección de Kieslowski, con la geometría de sus planos y la funcionalidad de la puesta en escena en la que nada parece inútil, pero no nos llena tanto el guion, que si bien arranca de una idea, un fundamento, un punto de partida, después no se corresponde con su desarrollo y deja un tanto frío al espectador.
Fue nominada a tres Globos de oro: film extranjero, Juliette Binoche y la música. Premio especial del jurado en el Festival de Chicago. Goya, Saint Jordi y Premio del CEC a la mejor película extranjera. Tres Premios César: Juliette Binoche, montaje y sonido. Siete premios en la Mostra de Venecia.
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