STEVE MAZARRO, con tan solo 18 años cargó su viejo Camry y salió de su pequeño pueblo de Ohio rumbo Los Ángeles para perseguir su sueño de poner banda sonora a películas.
En el transcurso de los siguientes años, Mazarro pasó sus días trabajando sin descanso como oficinista en un bufete de abogados y sus noches componiendo bandas sonoras para cortos, videojuegos y, finalmente, colaborando con la división musical cinematográfica de la productora Silva Screen Productions, con sede en Londres. Mazarro destacaba en las producciones orquestales digitales, y parte de su cometido en Silva era crear versiones de bandas sonoras cinematográficas ya existentes. Dada su capacidad de trabajar a distancia y los descabellados precios del mercado inmobiliario de Los Ángeles, tomó la decisión de volver a instalarse en la zona del Medio Oeste. Con una furgoneta alquilada para la mudanza y las cajas de cartón aún por llenar, Mazarro recibió inesperadamente un extraño mensaje de correo electrónico con el siguiente asunto: «Hans Zimmer quiere verte». Se le vino el mundo encima, pensando que querría demandarlo.
Sin embargo, para su gran sorpresa (y alivio), el oscarizado compositor se había quedado en realidad tan impresionado con el trabajo de Steve que le ofreció un inusual y ansiado puesto en su estudio con sede en Santa Mónica, Remote Control Productions.
En los 9 años transcurridos desde entonces, Steve ha sido acreditado como principal compositor de El ritmo de la venganza, El bebé jefazo, The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro, Icebox y Una bala en la cabeza. Sus colaboraciones con Zimmer también incluyen X-Men: Fénix Oscura, El rey león, Dunkerque, Batman vs. Superman, Interstellar, El hombre de acero e Inferno, entre muchos otros proyectos. Mazarro también ha colaborado con otros compositores, como Lorne Balfe (13 Horas: Los soldados secretos de Bengasi, Assassin’s Creed), Geoff Zanelli (Piratas del caribe: La venganza de Salazar) y Rupert Gregson-Williams (Aquaman, Hasta el último hombre).
Acompañó a Zimmer sobre el escenario en sus giras mundiales de 2016 y 2017, en las que tocó en enclaves tamaño estadio y en el Festival de Coachella. Además de tocar la guitarra y el teclado, trabajó codo con codo con Zimmer para arreglar y producir toda la música para los espectáculos en directo.