PETRA PROCHÁZKOVÁ, es una galardonada periodista y trabajadora humanitaria.
A pesar de que los hombres afganos la consideraron una extranjera sospechosa, divorciada (se separó de su primer marido y el segundo fue secuestrado en Chechenia), e incluso de ser considerada una “mujer mayor”, a los 42 años se casó con uno de ellos: el fotógrafo Zafar Paikar. Tiene un hijo con él y, en consecuencia, información a la que nadie más que su familia puede acceder. En 2004 publicó Frišta basándose en las experiencias vividas no solo en la intimidad de su matrimonio, sino en sus muchos años de experiencia sobre los terrenos más peligrosos.
Conocida como corresponsal de guerra en áreas de conflicto de la ex Unión Soviética. En 1989 comenzó a trabajar en el periódico Lidové Noviny y en 1992 se convirtió en su corresponsal en Moscú.
Allí cubrió áreas de conflicto. Durante la crisis constitucional rusa de 1993 fue la única periodista que permaneció en la asediada Casa Blanca Rusa.
En 1994, junto con el también periodista Jaromír Štětina, Procházková fundó la agencia de periodismo independiente
Epicentrum dedicada a la información sobre la guerra. En los años siguientes cubrieron eventos en Chechenia, Abjasia, Osetia, Georgia, Tayikistán, Afganistán, Nagorno-Karabaj, Kurdistán, Cachemira y Timor Oriental.
Procházková informó sobre los horrores de la primera y la segunda guerra de Chechenia, a menudo para consternación de las autoridades rusas.
Durante ese tiempo, comenzó a organizar esfuerzos de ayuda para las familias devastadas por el conflicto. En 2000 limitó su trabajo como periodista y se dedicó al trabajo humanitario, estableciendo un refugio para huérfanos en Groznyi. Su crítica a la política rusa en Chechenia trajo consigo un castigo: en el 2000 fue declarada persona non grata por las autoridades rusas y tuvo que abandonar el país.
Después de regresar a la República Checa, Procházková fundó una pequeña organización humanitaria Berkat que se concentra en la ayuda principalmente a Chechenia y Afganistán.
Agregando a la lista de regiones volátiles en las que ha trabajado, comenzó a cubrir la situación en Afganistán y fue la última periodista en hablar con Ahmed Shah Massoud antes de que lo mataran.
Por toda su labor ha sido premiada en múltiples ocasiones. En 1997 recibió el Premio Ferdinand Peroutka, y en 2000 el Presidente de la República Checa le concedió la Medalla al Mérito. En 2001, Madeleine Albright le concedió el Premio Ciudadanía Hanno R. Ellenbogen.