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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras de perder a su hija Evie de 12 años en un trágico accidente, el psicólogo Peter Bower está al borde de la locura y junto a su esposa se muda a Melbourne, Australia, donde se conocieron. Vive atormentado por pesadillas y visones. Al llegar son ayudados por el Dr. Duncan Stewart, que le envía algunos pacientes de una clínica psiquiátrica a Peter, con el fin de que vuelva a la rutina del trabajo.
Al descubrir el terrible secreto que sus pacientes comparten, el psicólogo se pregunta si estará perdiendo la razón y decide regresar al remoto pueblo de False Creek, su ciudad natal, que abandonó hace muchos años, donde tendrá que enfrentarse a un problema personal que puede ser la clave de sus delirios.
La vida de Peter cambia bruscamente cuando una serie de hechos inexplicables comienzan a alterar su entorno.
Aunque, al principio todo le parece inverosímil, pronto empieza a sospechar que algo sobrenatural se está apoderando de su vida.
Antes de que sea demasiado tarde, decide investigar a fondo su pasado, lo que lo lleva al descubrimiento de un terrible secreto.
Arriesgando sus propia cordura, Peter se adentra en su pasado familiar para descubrir algo que solo él puede solucionar.
El guion de esta película del australiano Michael Petroni, que se encarga también de la dirección, a quien se deben otros tan reconocidos como los de 'Las crónicas de Narnia: La travesía del viajero del alba' (2010) y 'La ladrona de libros' (2013), bebe de fuentes anteriores como puedan ser 'El sexto sentido' (1999), de M. Night Shyamalan o 'Los otros' (2001), de Alejandro Amenábar, en el que se mezclan claramente dos géneros, por una parte el de terror con el que se inicia esta historia con las pesadillas del protagonista tras la muerte de su hija adolescente para pasar a continuación, una vez que decide investigar su pasado, al thriller que resulta la parte mejor.
En la primera todo resulta muy inverosímil y casi en ningún momento tenemos certeza de que los personajes sean reales o fruto de sus alucinaciones y pesadillas, mientras que en la segunda parte, aunque también intervengan los recuerdos del protagonista en la reconstrucción de unos hechos pasados, resulta más verosímil y aclaratoria.
Mientras que en la primera parte se cae un poco en los tópicos del género terrorífico, en la segunda se atiene más a las reglas del policiaco en una investigación que resulta sorpresiva por la entrada de nuevos personajes y lo que llega a descubrirse lo que mantiene finalmente el interés del espectador en el último tramo hasta su desenlace con la intriga y la tensión que se produce.
Al oscarizado Adrian Brody se le da muy bien el papel de víctima, de personaje melancólico, agobiado en este caso por su triste pasado en torno a la muerte la culpabilidad y los recuerdos del pasado y saca el trabajo adelante con dignidad en este correcto thriller segundo largometraje de Petroni como director.
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