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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay directores que sin haber hecho ninguna obra maestra caen bien a determinada crítica que lo sobrevaloran demasiado y todas sus producciones les parecen acertadas. Este puede ser muy bien el caso del neoyorquino Darren Aronofsky, nominado al Oscar, al Globo de oro y al Bafta por 'Cisne negro' (2010) que se ha convertido en un clásico, que a nuestro parecer no pasa de ser un realizador más o menos aceptable que aquí no ha acertado en absoluto en esta especie de comedia dramática del absurdo.
La relación de una pareja, él un maduro poeta en horas bajas de creación, y su joven esposa, que arregla la vieja mansión aislada en el campo, viven una vida aparentemente idílica.
La rutina se ve paralizada y su relación se pone a prueba cuando un día, primero un extraño y después su esposa, se presentan en la casa, inesperadamente, y son invitados por el marido e irrumpen en su tranquila existencia, comportándose de forma admirativa hacia él, que se siente halagado, pero bastante grosera con respecto a ella, produciéndole una gran ansiedad.
Esta insólita invitación, que se produce sin la aprobación de ella, provocará que el poeta recupere la inspiración que había perdido y escriba su mejor obra que le traerá la deseada fama, pero que también cambiará su vida y la de su esposa.
Poco a poco una serie de personas van invadiendo la casa, apoderándose de las cosas, cuando no destruyéndolas, en una especie de 'El guateque' (1968), de Blake Edward, pero a lo bestia, hasta llegar a un auténtico apocalipsis en el que el surrealismo se apodera de la atmósfera creada al principio para terminar acabando con todo.
Es cierto que el mundo se encamina poco a poco al caos, a su autodestrucción, pero eso, de momento tarda en llegar y si es lo que quiere reflejar el director y guionista en el film, la verdad es que no es para tanto, ni tan inmediato.
No es de extrañar que la protagonista esté atormentada todo el tiempo ante lo que le entra por las puertas y que cada vez va a más, en un crescendo que termina por superarle, y por parte del escritor la fama y sentirse admirado puede ser su peor droga.
El final desconcierta totalmente al quedar como una tomadura de pelo que en algún momento puede ser hasta previsible que lo que sucede no sea más que una auténtica pesadilla.
Aronofsky está tremendamente obsesionado con la parte más oscura del ser humano y aquí lo hace con esta alegoría religiosa difícil o imposible de descifrar, con miles de interpretaciones en las que posiblemente en ningún momento pensara el director y guionista que se podrían obtener.
Para ello se introduce en el terreno del thriller psicológico, género que le ha valido para su reconocimiento y éxito de taquilla en otras ocasiones, aunque no ha ocurrido precisamente con 'Madre!', que ha sido un rotundo fracaso comercial en EE.UU..
'Madre!' es la cristalización de todas sus obsesiones en forma de alegoría delirante que pone al espectador en un estado de ánimo incómodo ante una situación demencial.
Un Aronofsky nada sutil, con muchas trampas y metáforas y enamorado de lo grotesco.
Esta cinta no deja indiferente, gusta a unos, decepciona a otros y aburre a muchos que no estaban avisados, como ocurrió en la Mostra de cine de Venecia donde a algunos les pareció un timo engañabobos en el que se investiga sobre el ser humano de manera forzada y sin un argumento convincente.
En definitiva se trata de un thriller psicológico, con un relato inquietante que va del ecologismo a la fábula bíblica, en un ambiente perturbador en una de las películas más polémicas y polarizadora de los últimos tiempos, que ha dividido a la crítica.
Comienza bien, logra crear un clima malsano, los actores están más o menos correctos, destacando Jennifer Lawrence y Michelle Pfeiffer sobre los demás, pero en la parte final todo se desmadra en un auténtico apocalipsis.
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