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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es la historia del romance entre dos empleados de un gran supermercado, que transcurre en el turno de noche.
Es una película curiosa, sobre todo para conocer lo que pasa en la trastienda los grandes hipermercados a los que acudimos a comprar, en los que parece que todo es fácil, pero el trabajo de esta gente es duro, sobre todo el de los empleados que tienen que hacer incluso jornadas nocturnas y lo difícil que es manejar esas carretillas con las que trabajan los manipuladores.
El film se centra en Christian Gruvert, un joven tímido y muy reservado, que apenas habla, que entra a trabajar en una gran superficie comercial en donde primero tiene que aprender el oficio que se trata de apilar en las estanterías el contenido de los grandes palés cargados de mercancía, a veces a gran altura, lo que supone un peligro y para ello debe aprender a manejar bien las carretillas mecánicas que le ayudarán a situarlos con la pesada carga para lo que debe hacer un cursillo que tiene que aprobar.
De entrada le sitúan en la sección de Bebidas con Bruno, uno de los empleados más veteranos, que le ayuda a introducirlo en ese mundo totalmente desconocido para él y para muchos de nosotros.
Allí conoce a Marion, una chica de la sección de Dulces por la que nota una cierta atracción, con la que se encuentra habitualmente en la máquina del café, con la que tiene un romance, diríamos que platónico, porque nunca llega a nada, y por otra parte resulta inalcanzable.
El guion se basa en el cuento 'In the Aisles', de Clemens Meyer, de penas 25 páginas, que transforma un entorno frío y cotidiano en una pesarosa fábula sobre la soledad, el amor, la amistad y la vida, en definitiva.
A los protagonistas se les presenta un futuro gris y sombrío, sin perspectivas, dividido en tres capítulos con los nombres de los mismos: Christian, Mario y Bruno.
Es bonito el inicio en el que nos ofrece cómo las carretillas van desfilando por los pasillos, de forma acompasada como si fuera una especie de ballet, y mientras tanto suenan de fondo las notas de El Danubio azul, de Johann Strauss.
La traducción del título original alemán es, precisamente, En los pasillos, el cual tampoco está mal, ya que prácticamente toda la acción, apenas si sale de los mismos, primero con el aprendizaje de Bruno de uno de los empleados más expertos a cuyo servicio le colocan desde que entra, que le pone al día y del que apenas sabemos nada, simplemente nos enteramos, casi en los metros finales, que es también un solitario, que echa de menos su antiguo empleo en el que podía vivir en plena libertad en los espacios abiertos en lugar de entre las cuatro paredes del supermercado, y en el turno de noche, con lo que echa de menos el sol, lo que tal vez le lleva a la decisión que toma.
Una cinta sobre este desconocido mundo que nos ofrece que no creemos que tenga mucho interés para el espectador mayoritario.
El magnético Franz Rogowski, al que muchos consideran uno de los mejores actores europeos del momento, algo en lo que discrepamos, al menos por su actuación en este caso, en el que no cambia la expresión su cara en ningún momento, sin manifestar satisfacción de alegría o descontento.
Mucho mejor Sandra Hüller la actriz con la que protagoniza este drama que transita por terrenos melancólicos y existenciales, que apuesta por descubrir lo extraordinario en el día a día del trabajo de estos hombres y mujeres, de los que nunca sabemos nada y que por ello no podemos apreciar el valor del trabajo que hacen para que cuando lleguemos a hacer nuestra compra lo encontremos todo en su sitio y podamos adquirirlo con facilidad sin pérdida de tiempo.
La verdad es que poco interesa esta historia que se desarrolla en un lugar tan poco romántico, entre mercancías, ni el pasado de cada uno de estos empleados, ni el estado civil de cada uno y más usando para ello dos horas largas de metraje.
Tercer triste largometraje del joven cineasta germano Thomas Stuber, primero de los suyos que llega a nuestras pantallas, que realiza con un ritmo monótono, tranquilo que es el que necesita, cuyos personajes se desenvuelven entre la amistad, la soledad.
Premios Ecuménico y Guild en Berlín. Mejor guion y premio GFCA en el Festival de Atenas. Film de oro a Franz Rogowski y mejor guion en el premios alemanes. Mejor cinta en el Festival de Nápoles. Espiga de plata y premio Sociograph en la Seminci de Valladolid.
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