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CRITICA
Por: PACO CASADO
Otra serie de terror que prolonga sus capítulos apoyados en los personajes creados por Clive Baker que, si bien resultaron novedosos en su creación y aparición en la gran pantalla en el primero, ya lo fueron menos en las continuaciones innecesarias, que lo único que lo único que buscan es el dinero de la taquilla, a pesar de que sus argumentos sean cada vez más absurdos y mucho más si se trata de películas de terror en los que generalmente, nada tienen que ver con la lógica conocida hasta ahora.
Usando los personajes creados por Clive Baker, entre los que destaca el terrorífico cabeza pinchada (Pinhead) se nos enhebra una vez más un argumento sin pies ni cabeza y como apuntábamos antes, sin la más mínima lógica.
Pinhead está atrapado en un bloque tras la Gran Confrontación que ocurrió en el capítulo titulado Hellbound: Hellraiser II (1988).
Un joven playboy entra en una desierta galería de arte donde compra una escultura en la que se encuentran diversas cabezas insertas en una especie de columna, entre otras la de Pinhead. Accidentalmente le caen unas gotas de sangre y las fuerzas del mal se ponen nuevamente en movimiento, desollando y absorbiendo a cuanta persona humana se le pone a su alcance.
Pinhead escapa y hace que el playboy atraiga a las víctimas a su presencia para que pueda usar su sangre.
Una vez libre busca destruir el cubo del rompecabezas para no volver nunca más al infierno.
Una joven periodista, que va en busca de escribir un espectacular reportaje de investigación para hacer méritos, encuentra la punta de esta historia en los sucesos que comienza a provocar la mortal estatua y los sigue paso a paso hasta el final y una vez metida en el asunto tratará de hacer que las legiones demoníacas de Pinhead regresen al infierno de una vez y para siempre.
En el film se juega, una vez más, no sólo con este mortífero personaje sino también con la famosa caja de puzzle que al ser abierta consigue dominar las fuerzas del mal.
Entre tanto los personajes se debaten en terribles pesadillas, atormentadores sueños, el paso a otra dimensión y mil cosas más en las que los espectaculares efectos especiales hacen maravillas hoy en día, mientras que algunas escenas rozar el ridículo y otras motivan la risa en algunos momentos.
Su director es el británico Anthony Hickox que llegó al cine de la forma más peregrina e increíble, ya que tras dirigir un corto de terror se convirtió en todo un especialista ya que hasta aquí los tres títulos dirigidos hasta ahora son de ese mismo género, el terror, siendo éste el cuarto de su aún corta filmografía.
La cinta no es más que una fantasía más en torno al famoso personaje Pinhead sobre el que se puede seguir especulando muchas aventuras más sin que llegue a desaparecer nunca, pero por favor, no sigan torturándonos con productos como este de tan baja calidad artística.
Película de puro consumo, de los que como el chicle, son de mascar y tirar, en este caso de ver y olvidar lo más pronto posible para no tener las mismas pesadillas.
Premio Pegasus otorgado por el público en el Festival de cine fantástico de Bruselas.
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