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CRITICA
Por: PACO CASADO
En el año 2012 tuvo lugar la aparición de un nuevo comic creado por el escocés Mark Millar en colaboración con el dibujante Dave Gibbons con el nombre genérico de Kingsman, que a su vez es el nombre de una famosa sastreria de caballeros de Londres que trabaja para las personas más distinguidas de la alta sociedad inglesa.
Pero es también la puerta por donde se entra a una Agencia independiente del Servicio Secreto británico que suelen llevar a cabo misiones muy especiales.
Estos comics han dado lugar ya a dos producciones que han sido llevadas a la pantalla grande bajo la dirección del cineasta británico Matthew Vaughn, Kingsman servicio secreto (2014) y Kingsman El círculo de oro (2017) y ahora nos llega la tercera entrega de esta serie 'The King's man: la primera misión' (2020).
Si bien las dos primeras entregas se encargaban de contarnos sendas arriesgadas misiones, en esta precuela se trata de ilustrarnos sobre los precedentes que dieron lugar a la creación de la citada agencia, en la que se pierde el tono de espionaje y la jocosa parodia que se hacía sobre ese género.
De esa manera se comienza la acción en 1902 y se nos dan una serie de hechos históricos previos a la Primera Guerra Mundial de los dirigentes de las naciones Inglaterra, Alemania y Rusia, el rey Jorge, el Kaiser Wilhelm y el zar Nicolás emparentados entre si, mientras en esta última hay un demoníaco monje llamado Grigori Rasputín que con una serie de aliados trata de hacerse con el poder.
Pero Orlando, Duque de Oxford, en colaboración con su hijo Morton, su criado Shola y su secretaria Polly, tratarán de impedirlo, aunque a alguno le cueste la vida.
La historia comienza en Sudáfrica a donde acude el duque con su esposa y su hijo pequeño como colaborador de la Cruz Roja y en un ataque al campamento durante la guerra de los Bóers, él recibe un balazo en una pierna y su esposa otro en el tórax y muere.
A partir de ahí vemos a su hijo ya mayor y empeñado en ir a la guerra, a lo que no le autoriza su padre que es pacifista, hasta que se ve involucrado en el conflicto para terminar con la creación de la agencia independiente del servicio secreto antes mencionada.
La película tiene una primera parte, antes descrita, en la que se entretiene en el conflicto político entre las tres naciones y todo el aspecto bélico en el que se ven implicadas queriendo que también participe en ella Estados Unidos, que se hace un poco pesada, que pierde el tono jocoso y divertido de las cintas precedentes.
En la segunda parte es más de aventura y donde entra la parte de acción que hace que resulte más entretenida, con algunas escenas espectaculares.
En el reparto destaca la presencia de Ralph Fiennes que carga sobre sus hombros el peso total del film, respaldado por algunos nombres de actores ilustres del Reino Unido.
El resultado es una precuela desigual en la que no se trata de espionaje como ocurría en las dos primeras entregas, en las que también hacía presencia el amor y cierto humorismo en tono jocoso junto con la acción, sino más bien un drama histórico de los precedentes de la creación de la primera agencia de inteligencia independiente del Reino Unido.
La dirección de Matthew Vaughn adolece de cierta pérdida de ritmo.
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