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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aunque en los albores de la Segunda Guerra Mundial, el cine de Hollywood ya había dejado de tratar al gángster como un héroe aureolado de cierto romanticismo, 'Los violentos años 20' (1939) es todavía una especie de canto elegíaco a una época y unos personajes muy determinados.
Entre los soldados que Norteamérica envía a Europa durante la Primera Guerra Mundial iban tres neoyorquinos que jamás se hubieran conocido si no buscan refugio en el mismo agujero dejado por un obús.
Eddie, mecánico de un garaje, George hijo de un modesto fabricante de licores y Lloyd estudiante de leyes.
La vida se encargará de mantenerlos juntos, en una dramática peripecia que durará toda una década: los violentos años veinte.
Terminada la guerra y vuelta a la patria su reinserción en la sociedad va a ser muy difícil.
El protagonista de este film es un veterano de la Primera Guerra Mundial que amasa una gran fortuna a su regreso a Nueva York como destilador de bebidas alcohólicas en la era de la prohibición. El guionista Robert Rossen, basándose en la novela de Mark Hellinger, nos da una visión mítica de este personaje que conocerá, sin embargo, un trágico destino.
Mérito fundamental de la cinta es el ritmo intenso, casi frenético, que el director Raoul Walsh, en este su primer título sobre gángsteres, imprime a la puesta en escena, que sólo superaría él mismo en su película 'Al rojo vivo' (1949).
James Cagney y Humphrey Bogart vuelven a ser los protagonistas indiscutibles por tercera vez con Priscilla Lane, una espléndida rubia de ojos azules y la más destacada de las tres hermanas que coincidieron en Hollywood en estos años.
La fotografía de Ernest Haller coadyuva al éxito de este film, violento y lírico, que marca una de las cumbres del cine de gángsteres de los mejores años de Hollywood.
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